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Sommario:
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Isabel - Capítulo 24
Finalmente, la guerra de Granada puede
decidirse si Málaga es sometida. La ciudad más importante del reino, con
una codiciada salida al mar, no caerá fácilmente. Mientras el
asedio se prolonga, un cristiano originario de Nápoles que vive en
Málaga se ofrece para traicionar a El Zagal y abrir las puertas de la
ciudad a las huestes de Fernando. Isabel de Solís vuelve a la
corte de Isabel después de su largo cautiverio granadino. Se presenta
como víctima del emir y calla su relación con él. Al encontrarse con
Aixa junto a Isabel tendrá que dar no pocas explicaciones.
Transcripción completa
Almería ha caído
en manos del Zagal,
ha asesinado a mi hermano.
Han llegado
tristes nuevas de Almería.
Tomaremos
su posesión más preciada:
Málaga.
He ordenado reforzar la defensa;
la guarnición de Ronda
está en camino.
Cuando Ronda despierte desprotegida,
verán que están cercados.
Los cristianos os han burlado;
habéis concentrado
vuestras fuerzas en Málaga,
pero se dirigen a Ronda.
¿Don Cristóbal Colón?
-Sí.
El rey os recibirá ahora.
¿Quién os impide
llegar a las Indias por el oeste?
Solo vos pensáis que es posible.
Saquean las haciendas catalanas.
Llevaréis dos mensajes:
uno para Verntallat
y otro para Santángel.
Os presento
a don Pedro de Arbués,
el nuevo inquisidor de Aragón.
Señor, los remensas
han tomado el castillo de Anglés.
¿Los nobles se han unido?
Y se han hecho fuertes,
organizan un ejército.
Ahora todos saben quienes son
los cristianos asesinos.
Vuestro familiar morirá,
y el dinero se empleará
en la guerra de Granada.
Habiendo los campesinos de pagar
60 sueldos por más
como precio de redención.
A cambio, los remensas
podrán romper con vuestras tierras,
y no podréis hacer nada
que no se atenga a derecho.
Volved con el Zagal,
y llevaos a los vuestros,
pero no comprometáis a mi hijo.
¿Qué garantías me dais
de que cuando muera el emir
y no os hagan sombra en Granada
no os desharéis de mí y mis hijos?
Ese día os haré mi esposa.
Un piloto,
que se perdió en una tormenta,
viajó más allá de las Azores,
dibujó una carta de navegación
que está en mi poder.
Conocí a un monje
que imitaba libros antiguos.
Envejecía el papel con líquidos;
olían igual que la carta de Colón.
No...
Abandono Granada,
no os volveréis
a sentir amenazados por mí.
¡Buscadlos y no paréis
hasta que ella y sus hijos
estén en la Alhambra!
Estoy preñada,
y podría suponerme un grave peligro.
Perdonadme señor,
porque por vez primera
voy a ser desleal a mi señora.
No volveremos a poner
vuestra vida en peligro,
no tendremos más hijos, Isabel.
El genovés prepara su partida,
temo que se dirija
a una Corte extranjera.
Aún he de vencer
en la guerra contra Granada,
pero si confiáis en mí,
como yo confío en vos,
juntos haremos que vuestro sueño
algún día se haga realidad.
Subtitulado por TVE.
Es voluntad del rey
expulsar de Vélez-Málaga,
a todos quienes no crean
en Jesucristo Nuestro Señor.
Se consagrarán las mezquitas
a la única fe verdadera.
Sirva de castigo
por vuestra resistencia.
Y dad gracias,
mayor habría de ser
por poner en peligro la vida del rey.
Por último,
el rey nombra alcaide de Vélez
a don Francisco Enríquez,
en sustitución del vencido
Abul Casin Benegas.
A vos, Abul Casin,
el rey os encomienda una misión.
Id al encuentro del Zagal,
relatadle lo ocurrido aquí,
pues tal es
el futuro que le aguarda.
Nada debéis de temer,
pues habéis defendido Vélez
con honor de esos perros,
yo mismo fui incapaz de socorreros.
Volved con los vuestros,
si así lo deseáis,
O quedaros a nuestro lado,
la guerra no ha terminado.
La próxima vez
lo tendrán más difícil.
Que Alá os bendiga.
Corderos...,
dejarse engañar por corderos
con fuego en las astas.
Siendo de noche,
pensaron que era la infantería
atacando por el norte.
Pero no debieron dejar
la retaguardia a su merced.
Mi señor, os honra
haber dispensado al alcaide.
No mentís al decir
que resistieron con honor,
otros no lo han hecho.
-Y serán castigados por ello.
Si tenéis noticia del paradero
de los alcaides de Benaque,
Casis, Laqus y Maro,
hacédmelo saber,
pagarán su cobardía.
¿Cómo osáis repartiros
el reino de Granada con vuestro tío?
Negociar con el zagal
habrá sido laborioso,
me sorprende
que conservéis la cabeza.
Habéis faltado al juramento
de lealtad y obediencia.
No os he traicionado,
he venido a daros cuenta del acuerdo.
Ningún trato con el Zagal
tiene validez.
He conseguido la mitad del reino
sin verter una gota de sangre.
Ahora Granada vive en paz.
Incauto...,
la tregua solo le beneficia a él,
¡mientras reagrupa a sus huestes
a la espera de refuerzos!
Sabéis que mis huestes
no necesitan descanso.
Necesito tiempo
para recuperar Granada.
¡Vos no decidís
cuando os toca descansar,
os debéis a las condiciones
de nuestro pacto!
Nuestros hombres os pusieron
a la entrada de Granada con un fin:
echar al Zagal de la Alhambra
y recuperar el trono para Castilla.
Todo lo demás sobra,
entendedlo de una vez.
Querréis tener antes de marchar
un momento con vuestro hijo.
Qué ganas tenía de veros.
Como veis, le tratamos
como a uno más de la familia.
No cometáis más errores, Boabdil,
mucho depende
de vuestras decisiones.
Retiraos.
¿Es tan torpe como parece
o nos toma por tales?
Torpe o no, lo que importa
es que rompa el acuerdo.
(Reza en árabe).
¿Tan mal os ha ido con los infieles
que os ponéis en manos de Alá?
No permitirán el pacto con el Zagal,
teníais razón.
O acabamos con él,
o nos enfrentaremos
a los castellanos.
A los cristianos les conviene
que nos debilitemos entre nosotros.
Nos empujan a una guerra
que destruirá nuestros reinos.
No os rindáis antes de hora;
aún podéis salvar a Granada.
Obedeced al infiel,
pero exigid que cumpla su parte;
que nos abra paso hasta la Alhambra.
Dudo que envíen más tropas,
hemos perdido su confianza.
Hace que os tomen
por su vasallo más leal,
les ofreceremos algo a cambio.
-Nada nos queda para negociar.
Podemos recuperar su confianza
y asestar un golpe mortal
a vuestro tío.
¿Cómo?
Abriéndoles las puertas
de la ciudad más rica del reino.
Los hombres de Boabdil
nos atacaron al rayar el alba.
¿Habéis rechazado la incursión?
-Sí, mi señor,
Ha sucedido como habíais previsto.
Sería un necio si confiara
en la palabra de mi sobrino.
¿Había tropas cristianas
entre sus hombres?
Varias compañías de a pie.
Es astuto el rey Fernando:
envía a Boabdil a hostigarnos,
mientras él prepara
la verdadera ofensiva.
Que nuestros oteadores
estén más alerta que nunca,
pronto sabremos lo que pretende.
Tenemos al Zagal muy ocupado
defendiendo la Alhambra de Boabdil,
es nuestra oportunidad.
Ha llegado el momento
de atacar Málaga.
Es su plaza más preciada,
la defenderá con uñas y dientes.
Primero tendrá que librarse
de su sobrino,
conquistar Málaga significa
derrotar al Zagal.
Es ganar la guerra.
La campaña se basa en dos pilares:
primero asediaremos la ciudad,
tomaremos la vega
con nuestros ejércitos.
Debemos decidir la ruta:
por Antequera o por Marbella.
Por Antequera,
pero tendremos las montañas.
Desde Marbella
el camino es más accesible,
iremos más deprisa.
Avanzaremos hacia el sur
por Antequera;
yendo en línea recta hasta el mar
partiremos el reino en dos.
Málaga quedará aislada de Granada.
Es vital
que no reciban ayuda por mar.
La flota aragonesa
bloqueará la entrada,
y nuestras mesnadas
lo harán en tierra.
El segundo pilar de la campaña
es la artillería,
ahí entráis vos, Ramírez.
Hemos doblado
el número de baterías.
Bendito sea el fruto
de la bula de Cruzada.
Ya es hora de hacerlas tronar
contra las murallas de Málaga.
El problema es llegar hasta allí.
Los caminos
son poco más que sendas,
imposible transportar
las piezas por ellos.
Solucionadlo.
Si es menester,
construir nuevos caminos
para que los carros
lleguen sin contratiempos,
aunque haya que retrasar el asedio.
De acuerdo.
La conquista de Málaga
depende de vos, Ramírez.
Tenedlo bien presente.
Proporcionadle todo lo necesario,
debe partir cuanto antes.
Ramírez,
nos reuniremos frente a Málaga.
Deberíamos esperar
antes de hacer tantos preparativos.
No sabemos cuándo
se va a celebrar el matrimonio.
El príncipe Alfonso
pronto cumplirá 15 años,
entonces,
anunciará vuestro compromiso.
Probemos el vestido.
¿Tanto os aflige vuestra boda?
Llaman a la puerta
Adelante.
Alteza,
una dama solicita veros.
Todavía no hemos acabado.
Es doña Isabel de Solís.
Dios mío, que pase.
Dejadme sola.
Vuestro padre
acudió a nosotros desesperado,
en busca de auxilio.
Ofrecimos rescate al emir,
mas de nada sirvió.
Os lo agradezco igualmente,
mi señora.
Hicisteis
cuanto estaba en vuestra mano.
Desde entonces,
estáis presente en mis oraciones.
Recuerdo nuestro primer encuentro,
vuestra generosidad.
Por eso he osado
presentarme ante vos,
y suplicad vuestra protección.
Contad con ella,
tenéis mi palabra.
Haré cuanto esté en mi mano
para que olvidéis tanto sufrimiento.
Ojalá tal cosa fuera posible.
Ha sido el peor de los calvarios.
He vivido aterrorizada,
rodeada de infieles,
sufriendo humillaciones sin cuento.
He llagado a pensar,
y que Dios me perdone,
en poner fin a mis días.
Solo el anhelo de regresar
me mantenía con vida,
y ahora me da miedo.
¿Teméis
el reencuentro con los vuestros?
Temo sobre todo a mi padre.
¿Y si no me acepta después
de todo lo que he pasado?
No podré soportarlo.
Permitidme que le escriba,
apelaré a sus sentimientos
de buen padre y mejor cristiano.
Otra vez os agradezco
vuestra generosidad.
Veréis cómo acude
enseguida junto a vos.
Beatriz, conseguidla
unas ropas más adecuadas.
Acompañadme.
¿Os importaría llevarme primero
junto a mis hijos?
No os inquietéis por ellos,
corretearán por el jardín
con mis hijos y los infantes.
Mi hijo hace lo que puede, alteza,
pero el Zagal es fuerte en Granada,
necesitamos hombres, artillería...
¿Venís a pedir que tome la Alhambra?
No menospreciéis nuestra valía.
Sabéis que por separado,
ni vos ni mi hijo
podréis acabar con el Zagal.
Habréis de terminar la tarea
por vuestra cuenta,
no voy a enviar
más huestes a Granada.
Lo haréis,
cuando hayáis tomado Málaga,
¿o no es vuestro próximo paso?
Málaga será cristiana,
como Granada lo será un día.
Pero es una campaña muy costosa
que no podemos afrontar.
Muy costosa, sin duda.
Nada os garantiza la victoria,
pero sufriréis graves pérdidas,
a no ser que alguien
nos abran sus puertas.
¿Pensáis convencer al Zagal
para que nos la entregue?
Podemos evitar una sangría,
la ciudad caerá intacta,
conservando su riqueza y prosperidad.
Suponiendo que fuerais capaces
de tal cosa,
¿cuál sería el motivo
de tal generosidad?
La lealtad hacia vos,
y también hacia nuestros partidarios
en la ciudad.
¿Y a qué esperan
para proclamar emir a vuestro hijo?
Son muchos los que sufren
la tiranía del Zagal,
pero no osan rebelarse
porque temen por su vida.
¿Ese miedo no le impedirá negociar
la entrega de la ciudad?
No mientras el Zagal siga acosado
en la Alhambra por nuestras fuerzas.
Si somos generosos,
nos abrirán las puertas.
Ahora decidme,
¿qué queréis a cambio?
Una vez Málaga en vuestras manos,
podréis al mando de Boabdil
tropas para tomar la Alhambra.
Algo más queréis.
Cuando mi hijo sea emir,
renegociaremos los términos
de nuestros acuerdos.
No es poco.
Málaga bien lo vale.
Abridnos sus puertas,
y entonces hablaremos.
Padre.
(Emocionada): Padre.
Creí que os había perdido
para siempre.
Cuánto he soñado con este momento.
Por fin, el Señor
ha escuchado mis súplicas.
Pasos
Estos son mis hijos,
vuestros nietos.
Habéis traído con vos
las pruebas de vuestra deshonra.
¿Cómo os atrevéis?
Os lo ruego, padre.
Ellos no tienen la culpa.
A vos os recibo
con los brazos abiertos,
pero ellos son infieles,
hijos del pecado.
Deberían haberse quedado en Granada,
con los de su ralea.
No me pidáis
que me separe de ellos.
No os lo pido,
os lo exijo.
(Llora): Padre..., padre.
Castilla planea atacar Málaga.
La ciudad será asediada,
seréis víctimas de bombardeos,
saqueos y enfermedades.
Ser el feudo más valioso del Zagal
traerá la ruina a sus habitantes.
Por fortuna, puede evitarse:
sois los hombres
más ilustres de Málaga,
los comerciantes más prósperos.
Os corresponde decidir
el futuro de vuestra ciudad,
no al Zagal.
¿Qué proponéis?
Un pacto que garantiza
la vida de vuestras familias,
y vuestras haciendas
y vuestros negocios.
¿A cambio de alzarnos
contra vuestro tío?
Entregadnos la ciudad,
y el rey Fernando convertirá Málaga
en un realengo, con sus beneficios.
Se respetarán vuestras costumbres
y los preceptos del Islam.
¿Qué ganáis vos con todo esto?
El apoyo de Castilla
para librar a Granada
de las garras del Zagal.
Así os lo habrá prometido el rey,
sin duda,
más cuando entre en Málaga
olvidará sus promesas.
Tomará cuanto le plazca
y perseguirá a los no cristianos.
¿Ponéis en duda su palabra?
Debimos ser más cautos
cuando la dio en Nápoles;
allí la comprometió ante el papa:
no habría represalias,
y los barones alzados
contra el rey Ferrante
podían estar tranquilos.
Algo de verdad hubo;
hoy todos descansan en paz.
Yo mismo huí con mi familia
para salvar la vida.
Y lo ponéis en manos del Zagal,
¿por qué?
Nos ha ido bien con él,
ha cumplido su palabra.
Sus mejores hombres
defienden la ciudad,
no será fácil que caiga.
Pensadlo mejor:
un buen acuerdo de paz puede ser
tan beneficioso como la victoria.
Si lo que traes es
la palabra del rey Fernando,
conmigo no contéis.
Pensaba que con la petición
de la reina bastaría.
Dios, ¿no acabará el sufrimiento?
Calmaos, si fuera preciso,
mi señora hablará con don Sancho.
Permitid que me vaya.
-Quedaos a mi lado,
no tenéis de qué escondeos
ante la infiel.
Confiaba en no volver a veros.
Esta dama está
bajo la protección de la reina,
le debéis respeto.
-¿Arrebatándome a mi esposo?
Vuestro esposo la raptó,
la humilló, esclavizó,
la convirtió en su concubina
contra su voluntad.
¿Eso cuenta?
-Os lo ruego, no la escuchéis.
Llegó como esclava, cierto,
mi esposo la liberó,
y libremente
se convirtió en su esposa.
¿Tenía otra opción?
Muley jamás obligó
a ninguna mujer a estar con él.
¿Negáis que sea una víctima
de vuestra barbarie?
La víctima de sus mentiras
sois vos y la reina.
Tomó el nombre de Zoraida,
abrazó el Islam de buen grado,
y siguió al Mulay en su retiro.
¿Os ha contado
que murió en sus brazos,
que nadie le lloró como ella?
Mi señor, nada...
-Callad.
Retenedla hasta nueva orden.
Acompañadme.
Mi esposo perdió la cabeza
y ella sacó el provecho que pudo.
No os dejéis engañar
por su piel de cordero.
No parecía tan ambiciosa.
Lo es, no cejó hasta que Mulay
designó a su hijo como heredero,
y pactó con el Zagal
que él ocuparía la regencia.
¿Nasser podría disputar
el trono a vuestro hijo?
Por eso Granada
está dividida en dos:
Boabdil defiende su legitimidad,
mientras el Zagal pretende gobernar
en nombre de ese niño.
No estaba al corriente.
Nasser es una amenaza contra mi hijo,
pero también os perjudica a vos.
Legitima al Zagal,
vuestro enemigo en Granada.
Si cayera en sus manos...
Tenéis razón,
hay que poner remedio,
pero no veo cómo.
Es preciso impedir
que aspire al trono de Granada.
Hay que argumentar a todos
que el Zagal es un usurpador.
Puede que haya una manera,
¿aceptaría Granada ser gobernada
por un emir cristiano?
Jamás.
Traedme a Isabel de Solís.
Boabdil intenta
que los malagueños nos traicionen.
¿Estáis seguro?
Nadie suspira en Málaga
sin que yo me entere.
Mi sobrino pretende
que entregue la ciudad,
no se atreverán.
Algunos se han reunido con Boabdil,
si estalla la rebelión,
será difícil defender la plaza.
Los infieles atacarán,
eso es seguro.
No podemos perder Málaga,
tenemos que asegurar su defensa.
Concentrar todas las tropas,
¡no puedo permitir
que caiga en manos de Boabdil!
Escribid a nuestros aliados africanos
pues el Qaid nos prometió tropas.
Que lleguen a Málaga cuanto antes,
se harán con el control de la ciudad.
Lo pagarán caro
esos traidores.
Los caudillos de Comares,
Nerja y Bentomiz
os entregan sus plazas.
Sus moradores
son vuestros vasallos,
tomad estos presentes como muestra
de lealtad y sometimiento.
Os prometemos que se respetarán
vuestras costumbres.
Tendréis paz y justicia
al amparo de Castilla.
Retiraos.
Vos no, Boabdil.
Esperábamos la rendición de Málaga,
¿vuestros partidarios
os han dado la espalda?
Lo lamento, alteza, no fui capaz
de ganarme sus voluntades.
El Zagal continúa en la Alhambra,
se suponía que sin su presencia
los malagueños pactarían.
Ya no lo harán,
Zagal ha pedido ayuda
a los gomeres,
no hay soldados más fieros en África.
Se espera su llegada inminente.
Ya nadie osará
desafiar al Zagal.
Retiraos.
Los gomeres en Málaga.
Eso no va a hacer más fácil
su conquista.
¿Qué sabemos de la armada aragonesa?
En unos días estará
frente a la ciudad,
dispuesta a bloquear el puerto.
Hay que impedir
que desembarquen refuerzos.
¿Y Ramírez, el artillero?
Debería estar llegando a Málaga.
Todo depende de que plante
sus baterías frente a la ciudad.
Hemos de partir lo antes posible.
Habéis intentado burlarme.
Perdonadme, os lo suplico.
Os habéis aprovechado
de mi confianza y buena fe;
no hay perdón que valga.
Vos sois madre,
os juro que todo lo he hecho
para proteger a mis hijos.
Dejad de llorar,
ya no son cuándo sois sincera
y cuándo no.
Por Dios, alteza,
tened misericordia.
Sin vuestro amparo,
no tengo adonde ir.
Os di mi palabra
de que proveería por vos,
y voy a cumplirla,
más, a partir de ahora
se acabaron los embustes.
Os exijo obediencia y lealtad,
a vos y a vuestros hijos.
¿Mis hijos?
¿Cómo un niño
puede demostraros su lealtad?
No reclamarán sus derechos
como herederos de Muley Hacen.
Tenéis mi palabra
de que así será.
Vuestra palabra de poco vale,
que sea Dios, Nuestro Señor,
quien garantice este acuerdo.
Las tropas de Boabdil
no dejan de aumentar.
¡Reorganizad las defensas,
y que los hombres
descansen por turnos!
Sí, señor, los gomeres
han desembarcado en Málaga.
¿Cuánto resistiremos
en la Alhambra?
Tenemos víveres,
la posición es segura.
Estamos aislados y nunca recibiremos
la ayuda que necesitamos,
pero en Málaga no deberíamos dejar
la oportunidad de los gomeres.
¿Dejaréis caer la Alhambra?
Ojalá pudiera conservar ambas plazas,
pero temo que siguiendo ese empeño
perderemos las dos.
Si nos replegáramos a Málaga
reorganizaremos nuestras fuerzas.
Sea.
Partamos enseguida.
Disculpad la urgencia de la visita,
pero he sabido
que pronto regresaréis al sur.
Así es.
El Zagal es un enemigo temible,
queda mucho por hacer.
Decid, ¿qué os preocupa?
Estoy al tanto de las condiciones
impuestas a los vencidos en Vélez.
¿Las juzgáis desmedidas?
Bien cara han pagado su resistencia,
pero no me corresponde
juzgar tal cosa.
Además, confío
en la magnanimidad de los reyes.
¿Entonces?
Dudo que el Zagal
acepte pacto alguno,
no entregará Málaga por las buenas.
-Se rendirá,
sea ante Fernando
o antes las Jimenas.
¿En qué os afecta todo esto?
Temo que la conquista de Málaga
se haga avasallando inocentes.
No sois hombre de armas,
no he conocido contienda
en que los inocentes
se hayan visto
libres de prejuicios.
En la Aljama viven
varios centenares de judíos.
¿Cautivos del moro?
-Cautivos del asedio,
sin ser enemigos de Castilla.
¿Tenéis parientes allí?
Han mostrado interés
en huir de la ciudad.
Mi querido Andrés,
¿vos abandonaríais casa,
negocios y enseres
para que os señalaran como traidor?
Lo más probable
es que no cruzara la muralla.
Según vos, ¿qué puede hacerse
por los judíos de Málaga?
Por su presente, muy poco,
pero los reyes
pueden garantizar su futuro.
¿Qué proponéis?
Deseo solicitar
que no sean perseguidos,
ni considerados enemigos.
Que tras la victoria
se respeten sus bienes y costumbres.
Pensáis que el moro va a resistir,
y no queréis que los judíos
corran su misma suerte.
Temo que el encarnizamiento del Zagal
agote la benevolencia soberana.
Entiendo.
Permitidme hacer una consulta
antes de acudir a los reyes,
dejadlo en mis manos.
No veo la artillería,
¿dónde están
los hombres de Ramírez?
No han llegado.
Deberían, salieron
mucho antes de la Corte.
La artillería
debería estar en posición.
Voy a enviar
un destacamento en su busca.
Que deshaga el camino hasta palacio
si es necesario.
¡Los quiero aquí cuanto antes!
¡Disparan desde las murallas!
El Zagal se nos ha adelantado,
¡vamos!
Viendo que Málaga estaba en peligro,
he acudido en vuestra ayuda.
He abandonado la Alhambra
para protegeros.
Comprenderéis mi pesar al conocer
que algunos habéis prestado oídos
a mis enemigos.
Cualquier intento de pactar
con el infiel es alta traición,
y se castiga con la muerte.
¿Y vos,
también queréis entregar Málaga?
Mi señor, haced conmigo
lo que os convenga,
pero yo no os he traicionado.
Juro que estoy de vuestro lado.
Apresadlo.
Pronto podréis demostrar
si lo que decís es cierto.
¡Llevad a los traidores
a las catapultas,
y que sean lanzados
al campamento enemigo!
¡No, no!
Comprendo la inquietud del rabino
y no le falta razón.
Yo también creo que tomar Málaga
costará tiempo y...
las vidas de muchos.
¿Sin embargo?
Yo no concedería el perdón
a los sitiados
únicamente por no profesar
las creencias del enemigo.
¿Aunque estuvieran atrapados
entre dos fuegos?
¿Acaso el rabino puede asegurar
que ninguno de sus judíos
defiende la Alcazaba
junto a los sarracenos?
Sería como conceder la absolución
antes de escuchar los pecados,
sin conocer si hay arrepentimiento:
un regalo y un sacrilegio.
Debo disuadirle de acudir a los reyes
con tal propuesta.
No solo eso,
debéis hacerle comprender que Málaga
no es una villa cualquiera,
que muchos lucharon hasta extenuarse
para conquistarla.
Y que las cosas tras la victoria
no podrán seguir igual.
Se ha repartido ya el botín,
antes de atravesar las murallas.
Sabéis que la Corona no solo
debe hacer frente a sus compromisos.
Además, ha de mostrarse...
generosa con sus huestes.
¿También a costa de los judíos?
"Ego te baptizo in nomine Patris,
et Filii,
et Spiritus Sancti. Amen".
(Todos): Amen.
Podéis ir en paz.
Congratulémonos de este día.
Congratulémonos
porque la fe verdadera
triunfa en su cruzada
contra el infiel.
Hoy Juan de Granada
ha sido bautizado
y esa ha sido una gran victoria.
Nació bajo el yugo del Islam,
y gracias a Dios
ha escapado de sus garras.
Ha abrazado nuestra fe,
y como nuestro hermano en Cristo,
le acogemos con alborozo.
(Vítores a Castilla
y a la reina).
Me place que hayáis acompañado
a vuestro nieto
en jornada tan señalada.
Solo cumplo los deseos
de vuestra alteza.
Y yo lo sabré compensar.
Mi señora, no sé
cómo expresar mi agradecimiento.
Siempre seré
vuestra más leal servidora.
Vuestra deuda conmigo
queda saldada,
ahora alejaos de la Corte,
no quiero volver a veros.
Maldito hijo de perra.
Sois testigos.
El Zagal ha saqueado
las riquezas de la Alhambra,
y ha huido,
abandonándola a su suerte.
¿Qué importa al tirano
salvo su destino?
Nada será igual
a partir de hoy.
Soy el legítimo emir de Granada,
y traigo un nuevo modo de gobernar.
Mi camino, la justicia;
mi fin, la paz.
Mi reino, mi razón de ser.
No cejaré hasta conseguir
que Granada sea libre,
libre del tirano.
Tenéis mi palabra.
Que Alá nos proteja y nos guíe.
(Todos): ¡Alá es grande!
Hijo mío,
sois la cabeza de Granada,
la antorcha que nos ilumina
en estos tiempos oscuros.
¡Larga vida al emir!
Alteza.
No os mováis.
Os he fallado.
Hemos perdido
gran parte de las piezas.
Nos emboscaron en una vaguada,
mis hombres lucharon con fiereza.
Descansad y recuperaos,
ya nada se puede hacer.
¿Cómo sitiaremos Málaga
sin artillería
y con el campamento
al alcance de sus baterías.
Tenemos demasiados heridos,
lo primero es recomponer las tropas.
Que se caven zanjas de seguridad
alrededor del campamento,
y doblad las guardias;
no quiero más sorpresas.
Para el sultán de Egipto,
para el de Tremecén,
y para el sultán de Turquía.
Partid cuanto antes.
Confiemos que nos escuchen
y envíen refuerzos urgentes.
Lo harán,
Granada es un bastión clave
para el Islam.
Si cae, perderán poder
en el Mediterráneo.
He enviado mensajes
a algunos caudillos
leales a mi tío,
pueden que se unan a nosotros.
¿Cómo podéis ser tan iluso?
El Zagal controla
con mano de hierro a los suyos,
mientras resistan
nada harán contra él.
Los refuerzos llegarán.
Cuanto más resista en Málaga,
más débiles serán nuestros enemigos
y mayor nuestra fortaleza.
No cesa de llegar gente
buscando refugio.
Huyen de la guerra
con los castellanos.
Dadles cobijo y alimento,
protegerlos como un buen padre.
Disponedlo todo
para que así se haga.
Rezad para que se alargue
el asedio de Málaga,
que el Zagal y los infieles
sufran el desgaste de la guerra
mientras aunamos voluntades.
Cuando los reyes de Castilla
exijan la entrega de Granada
tendré junto a mí a todo el Islam,
presto para defender nuestro reino.
De lo que pase en Málaga
el único beneficiado sois vos.
Vecinos cristianos de Málaga
han rechazado entregar la ciudad
a nuestro rey Fernando;
el asedio es inevitable.
Urge rogar de la misericordia
de los reyes...
Teneos,
por lo que más queráis.
Reflexionad.
El rey considera
que ha tendido la mano
a los malagueños,
y le han escupido.
-Por ofendido que se sienta,
no creo que entre en sus planes
arrasar a sangre y fuego
una de las plazas más prósperas
del reino de Granada.
Cierto, pero no verterá una lágrima
si mueren de hambre y sed.
Cristianos o infieles,
¿creéis que será clemente
con quienes así le desafían?
¿Quienes son?
¿Hay judíos entre ellos?
Lo desconozco, ¿y vos?
Sabéis la disposición de la Aljama
hacia nuestro bando.
¿Decís que si aceptarían
rendir la ciudad?
Nada sé de lo que ocurre allí,
pero temo adivinar lo que les espera.
¿Me permitís un consejo?
-¿Acaso puedo negaros algo?
Pensad en el futuro
de los supervivientes.
Pensad lo que vos
podéis hacer con ellos.
No esperéis nada de los reyes,
lo recibido será una gracia divina
en recompensa por vuestros esfuerzos.
¿Qué sabéis
que no deseáis compartir conmigo?
Nada sé, pero temo adivinar
lo que espera a los vuestros.
Parecen ratas, corriendo
de un lado hacia otro.
Recemos para que sople
viento de poniente;
barrerá los barcos
apostados frente al puerto.
¿Creéis que abandonarán el asedio?
Si queda libre el acceso por mar,
ellos estarán mucho peor.
Ordenad que se intensifique
los ataques contra sus líneas,
hay que seguir rompiendo el cerco,
una y otra vez.
Que se vayan convenciendo
que su ofensiva solo va a fracasar.
Los hombres del Zagal
burlan el cerco una y otra vez.
Entre las tropas
no se habla de otra cosa.
Debemos atajar sus incursiones
antes de que cunda el desánimo.
¿Cómo?
Ellos conocen mejor el terreno.
Hay que reforzar nuestras líneas:
o evitamos que crucen a su antojo,
o el asedio
agotará nuestras fuerzas.
¿Estáis bien, señor?
No hay espacio
para tantos soldados, ni comida.
Hay suciedad por todas partes,
sin remedio,
aparecerán las enfermedades.
Parte de las tropas
deberían replegarse,
sería mucho más efectivo.
Antes hemos de evitar
que el infiel
atraviese nuestras filas.
Alteza.
Tomad asiento.
Hubiera preferido
que estuvieseis restablecido,
pero no hay tiempo.
Somos nosotros los asediados,
y empeoramos día a día;
necesitamos que la artillería
les castiguen sin descanso.
Solo vos podéis conseguirlo.
No tenemos
buen ángulo de tiro, señor.
Si os acercamos,
seremos un ángulo fácil.
¡Hacedlo, Ramírez!
O tendremos que renunciar al asedio
y regresar humillados a Castilla.
Estamos en vuestras manos.
Distribuid las provisiones
entre los vasallos.
Los recién llegados
se agolpan a las puertas de Granada,
vienen de todas partes
buscando el amparo de su emir.
Cuantos más partidarios,
mejor para nuestra causa.
Son demasiados,
no podemos garantizar su sustento,
apenas quedan alimentos.
-Ordenaré comprar más grano.
¿Con qué dinero?
Los impuestos son
para pagar a Castilla.
Mi pueblo no pasará hambre
mientras las arcas de Castilla
rebosan a nuestra costa.
¿Vais a negaros a pagar?
No conviene provocar al infiel,
aún no.
Son 12.000 doblas de oro.
-Quizás haya otra manera.
Permitidme que llame
de nuevo al físico,
nos dará algún remedio
contra la calentura.
El físico tiene
muchos heridos que atender,
no vamos a molestarle por esto.
Alteza, he dado con la solución.
(Tose).
Torres de asalto.
Las utilizaremos
para colocar aquí las lombardas,
así conseguiremos el ángulo de tiro
para dar en el blanco.
Podría funcionar.
Lo difícil es construirlas:
maderas, sogas, poleas,
y en el campamento no hay,
las perdimos en la emboscada.
Cárdenas, partid hacia la Corte,
la reina os proveerá
de lo que os pida el artillero.
Es vital
que construyamos estas torres.
Por fin habéis recuperado
el gobierno de Granada,
os felicito.
Es una victoria amarga.
Amarga y efímera, lo entiendo.
Pues no ha de ser agradable
saberse obligado después de porfiar
a entregar la plaza.
No solo eso nos preocupa.
La guerra
ha arrasado las cosechas,
y una marea de refugiados
acuden buscando cobijo y alimento.
Necesitamos vuestra ayuda.
Aún no sois soberana de Granada,
debéis solucionar los problemas
como hago yo en Castilla.
Cierto, corresponde a Boabdil
alimentar a sus súbditos
y ofrecerles consuelo y esperanza,
pero os conviene que lo consiga,
pues de su fracaso
se beneficiaría el Zagal.
Dudo que esté en condiciones
de recibir beneficio alguno.
Si mi pueblo pierde la fe en Boabdil,
se echará en brazos del traidor.
Está acorralado,
a nadie puede proteger.
Por desesperación,
hay quien prefiere la muerte heroica
a sufrir miseria.
Solo os pedimos una demora
en el pago de los tributos;
podríamos alimentar a los nuestros
y pasar el invierno.
Castilla
también necesita esos fondos.
Tenemos una guerra que ganar
y todos los recursos son pocos.
No voy a arrastrarme antes vos.
Solo deseo que no os arrepintáis
de negarme vuestra ayuda.
De acuerdo;
os concedo seis meses de demora.
Alteza.
Debo dejaros.
¿Estáis a gusto
en vuestra nueva morada, napolitano?
Mejor que al otro lado de la muralla,
os lo aseguro.
Decidme, ¿se encontraba Lidor Dux
en la reunión con Boabdil?
No, mi señor.
-¿Seguro?
¿Y el alcaide Komisa?
Mi señor, no estaba,
y aunque estuviera, no os lo diría.
Pues aunque
no hubo pacto con Boabdil,
su presencia antes vos
nos convertiría en traidores.
Tenéis valor, napolitano.
Soy hombre de honor.
Hoy hemos descubierto túneles
que los cristianos cavaban,
allí mismo encontraron la muerte,
como ratas.
Málaga no caerá, napolitano.
Si salimos a luchar a descubierto,
antes mataré antes a los viejos,
mujeres y niños de la ciudad;
mis hombres no tendrán que perder
cuando les envíe contra el infiel.
¡Mi señor, no lo hagáis!
Quizá consigáis detener así
a los castellanos,
y perderéis para siempre
el favor de los vuestros.
Quizá,
pero pensad, napolitano,
si estoy dispuesto
a tanto con los míos,
a qué no estaré dispuesto
con los infieles.
Sentaos, parecéis agotado.
Os lo agradezco,
partiré de inmediato.
He sabido de un brote de cólera
en el campamento,
¿mi esposo está bien?
¿Ha enfermado?
Decidme la verdad.
Sufre un enfriamiento,
tiene calentura,
pero nada grave.
Avisad a Badoz,
decidle que se prepare
para viajar;
disponemos de muy poco tiempo.
Saldremos mañana al amanecer.
Alteza, vos no podéis venir.
Mi esposo me necesita.
Disculpad mi osadía,
pero no podéis,
el campamento
no es para una reina.
No es la primera vez
que asisto a un asedio.
El rey no lo aprobará.
No perdamos el tiempo,
quedan muchas tareas por hacer.
¿Qué hacéis aquí?
Tomaos esto,
os ayudará a bajar la fiebre.
Este sitio es peligroso.
Estáis enfermo,
no podía quedarme en palacio.
Es una imprudencia.
No es seguro permanecer los dos
en el mismo lugar.
He traído
a alguien que os curará.
Regresad a palacio,
por el amor de Dios.
No insistáis,
pienso quedarme
hasta que os hayáis restablecido.
Ayer la reina de los infieles
se presentó en el campamento.
Maldita ramera.
Muchos malagueños
subieron a las murallas,
con afán de verla.
Corre el rumor
de que su aparición
siempre precede
a la victoria de los suyos.
Repetidlo...
¡Repetidlo
y os arrancaré la lengua!
Seguidme.
Se os ve mejorado.
Razón de más para que regreséis.
Todavía no puedo dejaros.
Alteza, alteza,
las torres están casi a punto.
La artillería estará dispuesta
antes de lo previsto.
¿Cuándo podréis disparar?
Una jornada a más tardar,
bastará ajustar el tiro.
Que sea cuanto antes.
Alteza.
Prometedme que cuando
empiece la ofensiva os iréis.
No me arriesgaré
a que sufráis ningún daño.
Está bien.
Cuando comience la ofensiva.
Voy a daros la oportunidad
de brindarme vuestra lealtad.
Os lo dije,
no soy ningún traidor.
Iréis al campamento cristiano
en mi nombre,
entregaréis
un mensaje a los reyes.
¿Pensáis que el rey Fernando
recibirá con agrado a un napolitano,
enviado por su enemigo?
¿Os negáis?
No, mi señor,
os serviré de buen grado.
Es que tal vez podías escoger
a otro más adecuado
para tan delicada tarea.
Sois cristiano,
seréis recibido con menos recelos
que cualquiera de mis hombres.
Además, estoy seguro
de que cumpliréis vuestro cometido.
¡Padre!
-¡Marieta, Rosa!
No les hagáis daño,
a ellas no.
Haré lo que sea por vos, pero...
Cumplid con vuestra misión
y no tendréis nada que temer.
Más si fracasáis,
vuestra esposa y vuestra hija
pagarán las consecuencias.
Lo haré, lo haré.
Más os vale.
No les hagáis daño, por favor,
no les hagáis daño.
Dios te salve María,
llena eres de gracia...
Sé que algunos dudabais de mí,
de mi buen pulso como gobernante.
Pensabais que vendería el reino
por un puñado de monedas.
Ved aquí una muestra
de cuán equivocados estabais.
Escuchadme bien:
el oro de Granada
ya no enriquece a los cristianos.
No pagaremos más tributos a Castilla.
Parecíamos destinados
a morir de hambre,
y con este dinero
colmaremos nuestros silos.
Habrá provisiones para todos,
y grano para la siembra.
Nadie pasará hambre en Granada
por culpa del infiel.
Mil veces me enfrentaré a Castilla
para salvar
a uno solo de los nuestros.
Con la ayuda de Alá
Granada recuperará su esplendor.
Os doy mi palabra.
¿Cristiano y servís al infiel?
Mi nombre es Domenico Coppola,
soy comerciante en Málaga.
El Zagal me ha ordenado
que entregue esto para vos.
¿Coppola?
¿De dónde sois?
Nápoles, mi señor.
El Zagal propone
iniciar negociaciones,
quiere entregar la plaza.
¿Cuáles son las condiciones?
Que la administración siga
en manos musulmanas,
que se imparta justicia
según sus leyes,
libertad de culto,
respeto al poder el los imanes.
No es poca cosa,
tampoco esperaba menos.
Podremos negociar.
Comunicad al Zagal que mañana
empezaremos a parlamentar.
Pero habrá de venir él en persona.
Yo respondo con mi honor
por su seguridad.
Es nuestro deseo salvaguardar
el comercio y la riqueza de Málaga.
Os ofreceremos un trato justo.
Os lo agradezco
en nombre de todos.
Altezas, sabed que asistí
a la reunión con Boabdil
de los notables de Málaga;
me equivoqué.
Nunca me arrepentiré bastante
de no haberle ayudado.
Permitid que en bien de mi error...,
no confiéis en el Zagal.
¿Cómo decís?
Ese perro infiel no alberga intención
de entregaros Málaga.
La negociación es una treta
para ganar tiempo.
Pronto llegarán
tropas en su auxilio desde Guadix,
pretenden atacaros
por la retaguardia.
¿Habéis venido en su nombre
con intención de burlarnos?
¿Ahora hemos de creeros?
Mi esposa e hija están en su poder,
me vi obligado
a participar en esta farsa.
¿En tan poca estima las tenéis?
Siendo desleal,
ponéis en peligro sus vidas.
Dudo que el Zagal
respete nuestro compromiso,
su crueldad es infinita,
y yo puedo ayudar a acabar con él
sin necesidad de un baño de sangre.
¿Dónde está mi breviario,
lo habéis visto?
Buscadlo entre mis cosas,
quiero rezar antes de dormir.
Conozco bien la ciudad.
Aquí está el puerto,
y aquí el polvorín,
a la derecha de la Alcazaba.
Entre el muro
y la fortaleza.
Si atacáis el polvorín
con la artillería
provocaréis un gran incendio.
Acudirán a los depósitos de agua,
que están aquí.
Mientras sofocan el fuego,
esta será la puerta más desprotegida,
por ella
llegaréis directos a palacio.
En menos de una hora,
Málaga será vuestra.
¿Qué opináis vos?
Concentrar la artillería
llevará tiempo,
pero acertando al polvorín,
Málaga será nuestra.
Atacaremos al amanecer.
Dad las órdenes
a vuestros capitanes.
Llegaremos a tiempo
de liberar a vuestra familia,
tened fe.
Guardia, procurad a nuestro amigo
comida y un buen vino,
lo tiene merecido.
Si no os importa,
prefiero un buen lecho.
Napolitano.
Señor.
¿Es familiar vuestro
el conde de Sarno?
No, mi señor,
que no os engañe mi apellido,
carezco de sangre noble.
¿Confiáis en él?
No hay duda
de su inquina contra el Zagal,
no creo que nos mienta.
(Grita).
¡Socorro!
¡Soco... aaagh!
¡Ayuda!
¿Se curará?
He hecho
todo lo que está en mis manos.
Debe salvarse.
Esperemos que pase la noche
sin que aparezca calentura.
"Pater Noster qui es in caelis".
Señor, os lo ruego, salvadla,
su vida está en vuestras manos.
Sois justo y misericordioso,
oíd mis plegarias;
Beatriz no puede morir.
Gracias a Dios estáis bien.
Calmaos, Badoz cuidará de ella.
Nos ha confundido,
iba a por mí.
Ha sido una trampa del Zagal,
desde el principio
estas eran sus intenciones.
Y ahora Beatriz está
al borde de la muerte por mí.
Os juro que pagarán con sangre
esta afrenta,
cuando atrape al Zagal,
deseará no haber nacido.
Isabel,
debéis volver
a palacio de inmediato.
Puede que me haya equivocado
viniendo hasta aquí,
pero ahora no puedo irme.
¿Y os hubieran herido?
No estoy dispuesto a ceder.
Si me voy, nuestros enemigos creerán
que han conseguido su propósito;
que nos han asustado
y damos un paso atrás.
¿Cómo está Beatriz?
Saldrá adelante,
con la ayuda de Dios.
Alabado sea el Señor.
Necesito que me preparen
una montura,
y que enjaecen mi caballo
con los mejores aparejos.
No podéis salir del campamento.
Voy a cabalgar
frente a las murallas de Málaga.
Por Dios, Isabel,
¿qué pretendéis?
Quiero que los infieles vean
que su ruindad es baldía,
que estoy sana y salva;
que tiemblen al saber
que no podrán conmigo.
Que ensillen también mi caballo.
Iremos juntos.
Está viva...,
el napolitano ha fracasado.
-La ciudad espera vuestra decisión.
Solo queda resistir,
nos aguarda el martirio.
Todavía es posible
entregar la ciudad;
negociar para salvar a los vuestros
no es deshonra alguna.
¡Cómo osáis decirme
lo que debo hacer!
Pensad en vuestros súbditos,
os han servido con lealtad;
no merecen morir.
Que se preparen
a morir por Alá,
él sabrá compensar
nuestro sacrificio.
Gozaremos juntos en la otra vida.
Yo no soy Boabdil,
¡jamás seré un trofeo
en manos de los reyes de Castilla!
Dejadme solo.
Preparad mi mejor caballo.
Daos prisa.
No os pido precisión,
tan solo que las pellas
superen las murallas,
que caiga una lluvia de fuego
sobre la ciudad.
Si concentramos el fuego
en un solo punto,
pronto abriremos una brecha
y entraremos más fácilmente.
Entrar ya no es
nuestro primer objetivo,
los soldados esperarán
hasta que todo esté decidido.
¿Deseáis destruir Málaga?
Ofrecimos el mejor de los pactos
y nos responden con la peor traición
pues que asuman las consecuencias.
Morirán muchos inocentes.
Inocentes que han preferido
ser leales al Zagal.
Si no queda piedra sobre piedra,
me trae sin cuidado.
¡Han intentado matar a la reina,
que no esperen clemencia!
La ciudad es vuestra,
tomadla sin condiciones.
Un poco tarde.
Altezas, os lo ruego,
en nombre
de los habitantes de Málaga,
tened piedad de nosotros.
¿No habláis en nombre del Zagal?
Ha huido,
nadie sabe hacia dónde.
Os ha abandonado a vuestra suerte.
Altezas, os lo suplico.
Apresad a los guerreros,
si es vuestro deseo,
pero tras esos muros,
la mayoría son comerciantes,
mujeres, niños inocentes.
Los malagueños han decidido
su propia suerte,
que la afronten con entereza.
Tanta crueldad no es digna
de los reyes de Castilla.
Tenéis razón,
la crueldad es más propia
de los infieles.
Os voy a permitir
regresar con los vuestros.
Anunciadles
que viviréis como esclavos
el resto de vuestros días.
Pero quien desee
comprar su libertad,
podrá hacerlo.
Habrá de pagar 30 doblas de oro
y bautizarse como cristiano.
Nadie tiene tanto dinero.
No cederé un solo maravedí.
Lleváoslo.
La victoria nos ha salido cara,
pero a partir de ahora
ya no habrá más guerra.
Solo falta negociar con Boabdil
los términos de la rendición.
Seamos generosos,
Granada es nuestra.
Por fin.
Cuatrocientos cincuenta...
Shalom aleichem.
Cuatrocientos cincuenta
judíos de Málaga esclavos,
la mayoría mujeres.
Hablan en lengua arábiga
y visten a la morisca.
¿Renegadas?
Los convertidos al Islam
no figuran en la lista de esclavos,
están a disposición
de la Inquisición,
a la espera de un auto de fe.
¿Es cierto
que han asaeteado a dos niños?
Se dicen muchas cosas
sobre lo ocurrido en Málaga,
no todas son ciertas.
¿Qué va a ser de los esclavos?
Los que no han podido
pagar su rescate
con la venta de sus bienes,
han embarcado
en dos galeras de la Armada.
¿Adónde los conducen?
Los desembarcarán
en "El bodegón del rubio",
de allí los llevarán
al alcázar de Carmona.
¿A los calabozos?
-No.
Los reyes han dispuesto
que se construyan
unos colgadizos cubiertos de tejas
para alojarlos.
Creedme, no es lo peor
que podría ocurrirles.
Se les permitirá
seguir con sus actividades,
acompañados por continos
de la casa real.
¿Hicisteis caso a mi consejo?
-En lo que pude.
Eso facilitará las cosas.
Veinte de los cautivos
viajarán a las aljamas de Castilla
para recaudar el rescate.
Necesitamos vuestra colaboración.
Contad con mi fortuna
y la de los míos.
No, me refiero
que habrán de acompañar
los judíos castellanos;
los de Málaga solo hablan
hebreo y árabe.
¿A cuánto asciende el rescate?
Calculad, 20.000 doblas de oro.
Tardaremos años
en reunir esa cantidad,
y no contéis con lo que hay
en la aljama de Málaga.
Las casa ya tienen dueño,
incluso la sinagoga.
(Lee): Para Fernán Beltrán,
junto con otras casas,
sabéis que es converso.
La aljama de Málaga
ya no existe como tal.
Apresuraos en reunir el rescate,
sé que se han reservado solares
para el regreso de algunos.
¿Cuántos?
No más de cincuenta.
Habrán de empezar de la nada.
Cientos de muertos,
y los supervivientes
convertidos en esclavos,
todos, hasta los niños.
Hoy es un día de duelo para el Islam.
-Y un mal presagio.
Sin el Zagal vendrán por nosotros,
que Alá nos proteja.
No tardarán en pedir
que entreguemos la Alhambra.
Es nuestra única esperanza:
el sultán de Egipto
promete apoyarnos,
exige a Castilla
que respete las fronteras.
Y el gran turco
nos envía su escuadra,
al mando de Kemal Reis,
su mejor capitán.
Cuando se sepa,
se sumarán los sultanes africanos.
Y vos conseguiréis que todo el Islam
se una por una misma causa:
la defensa de nuestro reino.
No traicionaré a nuestro pueblo,
os lo prometo.
Jamás entregaré Granada.
¿Dónde estáis?
La desaparición de un niño
en La Guardia, en Toledo,
la situación es delicada,
se acusa a los judíos
del asesinato del niño
para llevar a cabo
ritos espantosos.
Se os acusa de sacrilegio.
(Sonido de poleas).
-(Grita).
Completaré el viaje
que hizo Marco Polo, pero por mar,
rumbo siempre hacia el oeste.
El príncipe Alfonso
es muy afortunado
tomándoos como esposa.
Es un placer y un honor.
La hora de la paz ha llegado,
pronto volveréis
con vuestros padres.
Hacedla llegar sin demora
a los reyes de Castilla.
¡Deteneos!
Mis cálculos difieren de Toscanelli
en unas 600 millas,
por lo tanto...
-Por lo tanto, erráis.
Si establecen un puente
entre África y Granada,
cientos de musulmanes acudirán
a defender la Alhambra.
Su alteza sabrá del crimen
que se comete en su nombre.
La aljama de Sepúlveda
ha sido asaltada.
En la vega,
los cristianos terminan de levantar
una ciudad en piedra.
¿Cuándo entenderéis
que no ser irán jamás?
Callad.
Espero os hayáis convencido
de que Boabdil
no piensa deponer las armas;
habrá que combatir hasta el final.
Debemos de ser cautos,
no debemos dar otro paso en falso
antes de que lleguen los refuerzos.
En Castilla debe imperar la paz,
y no la habrá mientras sigan
tomándose la justicia por su mano.
Solo vos creéis en mi inocencia,
sacadme de estas mazmorras,
os lo suplico.
Llegaréis a estas costas.
Nuestro reino acogerá
la mayor escuadra musulmana
que se haya visto en el Mediterráneo.
Juan, hijo, ¿qué tenéis?
El príncipe es nuestro heredero,
vos sabéis igual que yo,
quién habrá de ser la siguiente
en la línea de sucesión.
Subtitulación realizada
por Cristina Rivero Moreno.
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