↓B. Home Serie Televisive Spagnole: ⇉ Cap. 39° ↔ Cap. 41°.
Sommario:
Sommario:
Isabel - Capítulo 25
Con Granada cada vez más cerca de ser
conquistada, a pesar de la resistencia de Boabdil, Isabel y Fernando se
enfrentarán a un nuevo problema: el príncipe Juan cae gravemente
enfermo. Si el pequeño no supera la crisis, ¿quién heredaría el trono? A pesar de la advertencia que ha supuesto la conquista de Málaga a
sangre y fuego, Boabdil sigue dando largas para rendir Granada: ha
conseguido el apoyo de la armada turca y cree poder resistir ante los
castellanos. O al menos renegociar las capitulaciones. Inesperadamente, el enlace pactado entre Alfonso de Portugal e Isabel de
Aragón y Castilla se convierte en un matrimonio por amor. La pasión
entre los jóvenes ha surgido de inmediato. Solo enturbia su felicidad la
noticia de que el príncipe Juan, sucesor de Isabel y Fernando, se halla
gravemente enfermo. Si muriera, Alfonso e Isabel heredarían las coronas
de Castilla, Aragón y Portugal.
Transcripción completa
Ningún trato que hagáis
con el Zagal tiene validez.
He conseguido que me entregue
la mitad del reino.
Hay que atacar Málaga.
Es su plaza más preciada.
La defenderá con uñas y dientes.
-Podemos recuperar su confianza
y asestar un golpe a vuestro tío.
¿Teméis el reencuentro
con los vuestros?
Temo sobre todo a mi padre.
-A vos os recibo
con brazos abiertos,
pero ellos son infieles.
-Sois víctimas de sus mentiras.
Tomó el nombre de Zoraida
abrazó el Islam
y siguió al Muley en su retiro.
Os exijo obediencia y lealtad.
A vos y a vuestros hijos.
No quiero que reclamen derechos
como hijos de Muley Hacén.
No enviaré más huestes a Granada.
Lo haréis,
cuando hayáis tomado Málaga.
-Ser el feudo de el Zagal
traerá la ruina a sus habitantes.
-¿Qué proponéis?
-Garantizar la vida
de vuestras familias.
El príncipe Alfonso pronto cumplirá
15 años,
entonces se anunciará
el compromiso.
El Zagal continúa en la Alhambra.
Los malagueños deberían pactar.
No lo harán, el Zagal
ha pedido ayuda.
-No creo que planee arrasar
a sangre y fuego
una de las plazas
más prósperas del reino de Granada.
-Cierto, pero no verterá una lágrima
si mueren de hambre y sed.
¡Disparan desde las murallas!
El Zagal se nos ha adelantado.
-Os he fallado.
Hemos perdido muchas piezas.
-El Zagal ha saqueado la Alhambra
y ha huido.
-Nada será igual a partir de hoy.
Soy el legítimo emir de Granada.
-Llevad a los traidores
a las catapultas
y lanzadlos al campamento enemigo.
-Iréis al campamento cristiano
en mi nombre
con un mensaje para los reyes.
Podremos negociar.
No confiéis en el Zagal.
La negociación es una treta
para ganar tiempo.
(GRITA)
¡Socorro!
Cabalgaré
frente a las murallas de Málaga,
quiero que esos infieles vean
que su ruindad es baldía,
que estoy sana y salva.
Aún es posible entregar
la ciudad,
podéis negociar para salvar
a los vuestros.
-¿Cómo osáis decirme
lo que debo hacer?
Ofrecimos un pacto
y nos han respondido con traición,
que asuman las consecuencias.
La ciudad es vuestra.
El sultán de Egipto exigirá a
Castilla que respete las fronteras.
-Los demás sultanes de África
no tardarán en sumarse.
-Conseguiréis que todo el Islam
se una por una causa.
Solo falta negociar con Boabdil
la rendición.
Seamos generosos.
Granada es nuestra.
Jamás entregaré Granada.
(Graznidos)
(MUJER) ¡Hijo mío!
(SOLLOZA) ¡Hijo!
¡Hijo mío!
(DESESPERADA) ¡Hijo! ¿Dónde estás?
¿Dónde estás?
¡Hijo!
-Tomad. Hacedla llegar sin demora
a los reyes de Castilla.
-No dudéis,
Alá está de vuestra parte.
"Pues os consideramos la princesa
de reyes y la más noble,
el emir y su pueblo prestos
estamos a vuestro servicio".
Son buenas noticias.
Cantos de sirena que contradicen
lo que cuentan nuestros espías.
Infieles de las plazas conquistadas
se han refugiado en Granada
y ansían revancha.
No se entregarán, ni aceptarán
vivir bajo nuestras leyes.
Granada no es Málaga,
ni Boabdil es como el Zagal.
Es cuestión de días
que firme las capitulaciones.
Comunicaremos a todos los nobles
la buena nueva. Tomad nota.
(RESOPLA)
(DICTA) Sabed que tras
muchas fatigas y trabajos,
ha placido a la misericordia
de nuestro señor
poner fin a esta guerra
del reino de Granada.
-La tierra es esférica,
lo es como esta fruta.
Nada impide que mis naves alcancen
su otro confín allende los mares.
-¿A qué distancia pensáis
encontraros con las Indias?
-Mis cálculos difieren de Toscanelli
en 600 millas, por tanto...
-Por lo tanto... erráis.
El mundo, según vos y Toscanelli,
es demasiado pequeño.
-¿Qué queréis decir?
-Usáis la milla latina
para vuestras mediciones
y deberíais tomar la milla árabe
como unidad de cálculo.
-Entonces la travesía
será mucho más larga.
¡Cómo he podido ser tan necio!
Eratóstenes, Alfagrano...
ellos dieron esas referencias
para el cálculo
de la circunferencia terrestre.
Estaba equivocado.
-Mejor equivocarse en tierra firme
que en el océano, ¿no creéis?
(Llaman a la puerta)
(HOMBRE) ¡Abrid a la guardia!
-Arribaréis a estas costas
y os uniréis al sultán de Tremecén
y el sultán de Egipto.
Nuestro reino tendrá la mayor
escuadra musulmana del Mediterráneo.
Que Alá os proteja.
-¿Así preparáis la paz
para el pueblo? ¿Con nuevas guerras?
-¿Pensabais que me rendiría?
Con ayuda de Alá y nuestros aliados
haremos frente al infiel.
-Pero habéis prometido capitular.
¡Recordad lo que pasó en Málaga!
¿Y qué será de nuestro hijo Ahmed?
¡Conseguiréis que los cristianos
lo maten!
¡Decidme!
-Si debe morir por Granada, sea.
Será recordado como un mártir,
deberíais estar orgullosa.
-¿Eso buscáis? El martirio.
-¡No!
Ni el de Ahmed
ni el de ningún súbdito.
Con la ayuda de nuestros hermanos
seremos fuertes.
Unidos podremos negociar
y recuperaremos a nuestro hijo.
-Mi señor,
solo cumpliendo con lo prometido
habrá una rendición honrosa.
-¿Para vivir según sus leyes?
-Antes la muerte.
Retiraos, dejadme ver.
¿Os complace? Apenas hay tiempo
para más arreglos.
-Y vuestra paciencia se agota.
Sois la novia más hermosa
que he visto.
El príncipe Alfonso es afortunado
tomándoos por esposa.
Colocádselo.
Llevé este mismo velo
en mi boda.
Es mi deseo que vos lo luzcáis
en la vuestra.
Poseéis una puntería endiablada,
habéis abatido tres veces
más faisanes que vuestro padre.
-Os daré la revancha.
-Dejemos alguno vivo
para vuestras nupcias.
-Padre, esta boda me pesa.
¿No podríamos posponerla?
-Sois mayor de edad,
sois heredero de la corona
y los notables de Portugal han dado
su consentimiento.
Debéis contraer matrimonio.
-No me veo casado con una mujer
cuyo rostro no recuerdo.
Todavía soy joven, deseo...
-Esa boda es un asunto de Estado.
No será impedimento para que
disfrutéis de vuestra juventud.
Este matrimonio es garantía de paz.
Y la paz conlleva prosperidad.
Es beneficioso para Castilla.
¿Y para mí? ¿No os importa
mi felicidad?
Yo también fui prometida
sin conocer a mi futuro esposo.
Sé perfectamente cómo os sentís.
¿Y si el príncipe Alfonso
no es de mi agrado?
Cuando le conocí era un niño
y rey Juan me inspira temor...
Del rey Juan nada debéis temer.
Y en cuanto al príncipe...
Recuerdo haber pasado noches
en vela rogando a Dios
para que vuestro padre
fuera un apuesto caballero.
Y... ¿qué sentisteis
cuando le visteis por primera vez?
"Ese es", señaló Cárdenas
de entre un grupo de nobles.
Él se volvió, me miró fijamente
y se acercó hasta mí
para tomar mi mano y besarla.
¿Y entonces qué sucedió después?
Nunca antes le había visto
y sin embargo sentí
que nos conocíamos desde siempre.
¿Por qué no habría de ocurriros
lo mismo a vos?
Os lo juro por mi vida,
no soy un espía, soy un marino.
Soy genovés, hombre de ciencia,
él confirmará mis palabras.
-Tranquilizaos, si fuerais
un espía, estaríais muerto.
He oído que tenéis en mente
hacer un viaje asombroso.
Habladme de vuestros planes.
-Exponed a mi señor
vuestras intenciones. No temáis.
-Pretendo...
Pretendo alcanzar la costa de Catay
sin rodear las costas africanas.
-¿Cómo haréis tal hazaña?
-Atravesando el Océano Atlántico.
Completaré el viaje de Marco Polo,
pero por mar, rumbo al Oeste.
-Os aseguro que está capacitado
para llevar a cabo esa travesía.
-Os mentiría si dijera
que sois el primero en saber esto.
Los soberanos de Castilla
y Portugal conocen mis planes.
-Y desestiman vuestra propuesta.
-Sí. Por falta de medios económicos.
-Temo que yo tampoco
puedo costear dicho viaje,
todo mi dinero debe emplearse
en socorrer a mi pueblo.
-Lo comprendo.
-Pero yo también me considero
hombre de ciencia.
Valoro el saber por encima de todo
y sé que Granada volverá a florecer.
Sed paciente.
Continuad preparando ese viaje
junto a mis cartógrafos
hasta que vengan tiempos mejores.
-Os lo agradezco, señor.
-Quizá no esté lejos el día
en que os despida desde el puerto,
deseándoos una buena travesía.
-¿Son las disposiciones
para la boda de la infanta?
Deseo que se celebren
misas por ella
y que repiquen las campanas
a la hora convenida.
Queda un asunto más.
Vos diréis.
La desaparición de un niño
en una villa de Toledo
está provocando luchas
entre cristianos y judíos.
La situación es delicada:
acusan a los judíos de asesinar
al niño mediante ritos espantosos.
Y las gentes se toman
la justicia por su mano.
Mi señora,
siempre habéis dicho que en Castilla
debe haber paz y orden.
Si tal aberración es cierta,
que encuentren al culpable
y se le aplique un duro castigo,
solo así habrá paz.
¿La Santa Hermandad
no puede resolver el asunto?
Mucho temo que no, alteza.
Encomendaré la tarea
a la Santa Inquisición.
No comulgo con los métodos
de Fray Tomás de Torquemada.
Reconoced que son eficaces.
Vos lo habéis dicho:
en Castilla debe haber paz
y no la habrá mientras haya quien
se tome la justicia por su mano.
Cumplid mi voluntad.
(LEE) "Yucef Franco,
zapatero de Tembleque", ¿sois vos?
-¿En qué puedo serviros?
-Habéis sido traído aquí
para comparecer ante el tribunal
de la Santa Inquisición.
-No, yo soy judío, no converso.
¿De qué se me acusa?
-Se os acusa de sacrilegio.
Y de secuestrar y asesinar
al niño Cristóbal, de La Guardia,
para vuestras prácticas heréticas.
-No, eso es falso. ¡Es falso!
¡Os equivocáis, os lo juro!
¡Soy inocente, no he hecho nada!
(Música trágica)
(Campanadas)
-Os agradezco estos días de fiesta
que me habéis brindado.
Que vuestra boda vaya
a celebrarse en Ébora
no significa que no podamos
festejarlo.
-Tened.
Llevad esto con vos.
-Pero si es vuestro talismán.
-Ya no, ahora es vuestro.
Que os traiga suerte, hermana.
-Os prometo
que no me lo quitaré nunca.
-Mi señora,
los caballeros lusos está listos
para partir con la infanta.
Tenéis nuestras bendiciones.
Partid sin demora,
os espera un largo viaje.
Os voy a extrañar.
No temáis, hija mía.
Sé que vais a ser muy feliz.
Y vos, no estéis afligido.
Os tengo preparada una sorpresa.
Esta es la sorpresa
que os había prometido.
Mirad. ¿Verdad que es hermosa?
La más hermosa
de todas las ciudades.
Muchos hombres se han sacrificado
para que podamos contemplarla.
La hora de la paz ha llegado
y volveréis con vuestros padres.
¡Mi señora!
Siento importunaros, pero
deberíamos volver al campamento.
Nos hemos alejado demasiado.
(Relincho)
¡La reina! ¡Detened a la reina!
¡Sacadla de aquí!
Id al caballo, rápido.
¡Arriba!
¡Rápido, id al caballo!
(GIME Y MUERE)
¿Y el príncipe?
En su tienda, sano y salvo.
Gracias a nuestros soldados.
¿Cómo se os ocurre llevarlos
tan cerca del frente?
Lamento profundamente mi error.
No fue culpa suya,
yo se lo ordené;
quería ver la Alhambra
lo más cerca posible.
Ya veis que Boabdil no piensa
rendirse, habrá que combatir.
El plazo de entrega
de la ciudad no ha concluido.
Estoy harta de tanta guerra.
Los emperadores romanos decían
que para obtener la paz,
hay que prepararse para la guerra.
Ya estamos en guerra,
no renunciemos a la paz.
Id a ver al emir.
Exigidle una explicación
y dejadle claro
que con Castilla no se juega.
Habéis atacado a la Reina Isabel,
¿cómo habéis podido?
-Es su deber defender Granada.
-En mal momento, necesitamos
ganar tiempo, no provocarles.
-Tranquilizaos,
lo hecho, hecho está.
-Ahora debemos ser cautos,
no debemos dar un paso en falso
antes de que lleguen refuerzos.
-Ni cien rubíes como estos
aplacarán la ira de la Reina.
-Transmitirle
mis más sinceras disculpas.
Mis hombres pensaron
que habíais roto la tregua.
-¿Tregua? Vengo a daros
un ultimátum.
Debéis entregar Granada.
Mis señores están dispuestos
a tomar la plaza por la fuerza,
si Granada debe ser arrasada
como Málaga, sea.
Está en vuestra mano.
-Firmaremos las capitulaciones,
como acordamos.
-Estas son la condiciones
de la rendición.
-Permitidnos una retirada honrosa.
-Vos firmad...
y se os concederá.
(Aplauso general)
-Todo esto es en vuestro honor.
-Os lo agradezco.
Me siento muy halagada.
-Sin embargo, parecéis nerviosa.
-No todos los días se conoce
al futuro esposo.
-Nobles damas y caballeros
del reino,
ante vuestras mercedes está
la futura reina de Portugal,
Doña Isabel de Aragón y Castilla.
(TODOS APLAUDEN)
-Princesa, os presento a mi hijo,
el príncipe heredero.
Don Alfonso de Portugal y Viseu.
-Es un placer y un honor.
(Truenos)
(GIME DE DOLOR)
-El tormento
a que os estamos sometiendo
puede cesar ahora o durar
hasta que digáis la verdad.
¿Por qué os obstináis en negar
la monstruosidad que cometisteis?
(DÉBIL) -No sé de qué me habláis.
-Lo repetiré.
¿Qué habéis hecho
con el niño de La Guardia?
(SOLLOZA) Nada.
-Jurad ante la sagrada Biblia
que sois inocente.
-Os lo juro.
-No juréis en vano.
-No he hecho nada.
Lo juro mil veces.
-Un buhonero os acusa
del rapto y asesinato
de esa criatura inocente.
A vos y a vuestros cómplices.
¿Qué decís a eso?
-Hablad con el rabino Abraham,
el me conoce bien.
El podrá acreditar mi inocencia.
Os lo ruego.
(JADEA)
¡Oh, no!
(GIME DE INTENSO DOLOR)
(Crujido de la máquina)
-Podéis retiraros,
mi esposa no tardará.
-¿No vais a venir a nuestro lecho?
-Por favor, volveos,
voy a desvestirme.
Sois muy amable.
-Si lo preferís, dormiré postrado
en el suelo,
hasta que os encontréis cómoda
para recibirme a vuestro lado.
-Ya podéis volveros.
-Sin duda sois la flor
más hermosa de todas.
Os lo habrán dicho
en muchas ocasiones.
-Nunca.
-Cuesta creeros,
pero siendo una criatura tan dulce
no mentiríais a vuestro esposo.
(HOMBRE REZANDO)
-¿A qué están esperando?
Deberíamos habernos quedado
dentro de la alcoba.
¿Acaso la princesa
no es del agrado de mi hijo?
(ISABEL GIME DE PLACER)
-¡Alabado sea el señor!
-Sabía que mi hijo
no habría de defraudarnos.
No necesito más pruebas.
(Gemidos de los dos)
-Boabdil asegura
que rendirá Granada.
Pero yo mismo he visto
soldados turcos.
¿Turcos?
Ya no hay duda.
Cuenta con el apoyo
de varios reinos musulmanes.
Con su adulación
y sus promesas de capitulación
solo pretendía ganar tiempo
para rearmarse.
¡Magancés hideputa!
Esto se recibe por confiar
en un infiel, traición.
Sabe Dios que pagará por ello.
Debemos preparar nuestras mesnadas
para un ataque.
-¡Alteza!
Que toquen arrebato
en todas las plazas tomadas al moro.
Tropas musulmanas asedian
Lanjarón y Salobreña.
Francisco Ramírez sigue
al mando de Salobreña.
No podemos perder
a nuestro mejor artillero.
Aquí está Lanjarón
y unas leguas al sur, Salobreña.
Si toman estas plazas...
Abrirán un pasillo al mar.
Eso pretenden, abastecer Granada.
Y si logran abrir un puente
entre África y Granada,
cientos de musulmanes
acudirán a defender la Alhambra.
Alertad a la armada aragonesa.
Hay que impedir todo desembarco.
(Golpes secos)
Las velas de los portugueses
solo sirven para bordear las costas.
Los vientos alisios las harán
jirones al salir al océano.
-No podréis contar
solo con los vientos.
Enrique el Portugués,
gran navegante, padeció su falta.
Debéis serviros también
de las corrientes que parten
de estas islas.
-En ese caso, diseñaremos
nuevos cascos para las naves.
Nuevas proas, que hiendan las olas,
quillas para fondear en aguas
de poco calado.
-Todavía tenéis mucho trabajo
por delante.
-Sí. ¡Sí!
Aquí... aquí y aquí.
Mi señora.
Preparaos para escuchar
tambores de guerra.
Construiremos más torres
para disparar nuestras lombardas.
En pocos días penetraremos
en Granada.
Del mismo modo que en Málaga.
¿Y reducir la ciudad a escombros?
¡Jamás!
Creo que sois vos quien desea
acabar pronto con esta guerra.
Así es, pero no a cualquier precio.
La Alhambra debe quedar en pie.
Nuestras lombardas no quebrarán
ni uno de sus ladrillos.
El emir pretende dividirnos entre
las plazas costeras y Granada.
Debemos terminar
aquí para acudir al sur.
Con todos mis respetos,
el Rey tiene razón.
Boabdil no solo desea
abrir una vía hacia el mar,
confía en debilitarnos
con esa estrategia.
Entonces asediaremos su ciudad
hasta dejar al emir sin sustento
y se arrastre ante mí
suplicando clemencia.
No dudaremos en sacrificar
a todos sus animales
y arrasar todas sus cosechas,
hasta que el hambre se apodere
de sus calles y de sus estómagos.
Talaremos sus vides,
envenenaremos sus pozos
y salaremos sus campos
hasta que sus gargantas se sequen
y no puedan emitir lamentos.
(ARENGA) Mientras nuestros
enemigos agonizan
nosotros permaneceremos aquí,
firmes.
Para ello erigiremos
un nuevo campamento,
piedra sobre piedra,
hasta levantar toda una ciudad.
Una ciudad en la vega de Granada,
a la que llamaremos Santa Fe.
Y que será recordada
durante siglos
por nuestra determinación
en la lucha contra los infieles.
Dios todopoderoso y eterno,
dignaos a enviar desde el cielo
a vuestro santo ángel
para que guarde a los moradores
de esta nueva villa,
Santa Fe. Amén.
(TODOS) ¡Amén!
(SOLDADOS) ¡Dios bendiga Santa Fe!
¡Dios bendiga a los reyes
de Castilla y Aragón!
(RÍE)
-Estaos quieto, podrían vernos.
-Nada hay de malo en esto.
-¿No podéis aguardar a la noche?
-No, os necesito junto a mí ahora.
-Os equivocáis, Yucef Franco
es un hombre ejemplar.
De lo único que podéis acusarle
es de remendar zapatos para sacar
adelante a su familia.
-No es la Santa Inquisición
quien le acusa del crimen,
son sus vecinos.
-Ellos han recibido préstamos
de Yucef.
Por Dios, investigad sus cuentas
pendientes con el zapatero.
-Para investigar a los cristianos
que han contraído deudas con judíos
necesitaría una nueva vida.
-Si no vais a hacer nada por Yucef,
¿para qué me habéis llamado?
-Para evitar que el odio
contra los judíos se propague.
La Reina ha ordenado
encontrar al culpable
y Yucef es sospechoso de serlo.
Colaborad conmigo.
-¿Colaborar?
-Quiere hablar con vos.
Haced que se sincere,
no deseo atormentarle más.
Vos podéis persuadirle.
Conseguid...
que firme esta confesión.
(Espadazos)
Otra vez. En guardia.
Atacad.
Me duelen las manos.
Más os dolerá perder una batalla.
Un rey debe saber gobernar
desde el trono y desde su montura.
¿Sabéis cómo me llaman
mis hombres?
El rey soldado.
Si demostráis ser valeroso
en el frente,
si lucháis junto
a vuestros soldados,
si vuestra sangre se derrama
y se mezcla con la suya
os habréis ganado a vuestro
ejército. Nada podrá deteneros.
Fijaos en todo,
familiarizaos con la guerra.
Acostumbraos al olor
de la muerte,
a la sangre y a las heridas
de los soldados.
¿Creéis que algún día
llegaré a ser como vos?
Estoy convencido.
(LE BESA)
Aquí lo tenéis, mi señor.
Despedíos de él.
¿Qué vais a hacer con Ahmed?
Será confinado en una tienda
y custodiado día y noche.
Pero Ahmed es mi amigo.
A partir de ahora
es un prisionero de guerra.
Su presencia aquí nos asegurará
que los infieles no nos ataquen.
Lleváoslo.
La guerra no hace distinciones,
un enemigo siempre es un enemigo.
Ahmed arriesgó su vida por mí
cuando fuimos atacados.
(SERIO) Esforzaos con la espada
y así no necesitaréis
a nadie que os guarde.
En guardia.
Atacad.
(Gritos)
Por el amor de Dios,
¿qué os han hecho?
-Yo no he devorado el corazón
de ningún niño cristiano.
-¿Quién comete tales aberraciones?
Son acusaciones falsas.
-Alabado sea Yavé.
Solo vos creéis en mi inocencia.
Sacadme de estas mazmorras.
-Lo haré, pero antes decidme:
¿Conocíais al niño desaparecido?
-Era aguador,
todo el pueblo sabe de él.
Alguna vez remendé sus zapatos
desgastados de ir por los caminos.
-Para ayudaros necesito algo más,
que sepáis si algún vecino
guardaba rencor al chico.
-Yo no sé nada. Solo puedo deciros
que soy inocente.
Que tomen mis posesiones,
mi dinero, mis animales,
pero que me dejen ir con mi familia.
-Haré todo lo que esté en mi mano.
(Música triste)
No dividiré a mis mesnadas,
pero Salobreña no caerá
en manos del infiel.
No resistiremos sin refuerzos.
Os necesitamos aquí, en Santa Fe.
Mi señor, como alcaide de la ciudad
mi deber es asegurar la plaza.
Necesitamos
todas las manos posibles
y el ingenio de un hombre
que lleve a término la obra.
Agradezco vuestra confianza,
pero mi lugar es Salobreña.
Es nuestro deseo que os quedéis
a nuestro lado.
Haceos a la idea.
El nuevo alcaide defenderá la plaza.
-La condenáis a una derrota segura.
-No.
Su primera medida será ofrecer
el privilegio de derecho de asilo.
-¿Sabéis lo que eso supone?
-Quien tenga cuentas pendientes
con la justicia
alcanzará el perdón de sus delitos
si vive un año en la fortaleza
y presta
sus servicios en su defensa.
Ahí tenéis los refuerzos.
Con el debido respeto, mi señor,
Salobreña se llenará de asesinos.
Prefiero verla
llena de asesinos que de infieles.
Jamás imaginé
que sería tan dichosa.
Juradme que solo tenéis
ojos para vuestra princesa.
-Os lo juro.
-Y que siempre estaréis a mi lado.
-Lo juro, nada salvo la muerte
conseguirá separarnos.
Incluso muertos, nuestro amor
se perpetuará por los siglos.
-No habléis de ese modo,
me asustáis.
-No temáis, ahora estáis junto a mí.
(ELLA RÍE)
(Música romántica)
(ENFADADO) -¿Qué es preciso
para que os convenzáis?
Yucef es inocente.
-Admitirá su culpa con el tiempo.
-Me obligáis a acudir
a la mismísima reina.
Su alteza sabrá del crimen
que se comete en su nombre.
-Que sepa también que la "hama"
de Sepúlveda ha sido asaltada.
-¿Cómo decís?
-Familias enteras de judíos
han sido apaleadas hasta la muerte.
El pueblo clama justicia
y no cesará hasta obtenerla.
(INDIGNADO) -¿"Justicia"?
¡Claman venganza
por un crimen fundado en bulos!
¿Acaso han visto
el cadáver del niño?
¡La reina no tolerará que se desate
el odio contra los míos!
-Tenéis razón.
Su alteza desea acabar de una vez
por todas con este asunto.
Vos podéis colaborar
para conseguirlo.
Convenced a Yucef
para que confiese.
-¿Pedís que condene a un inocente
a sabiendas de que lo es
y de que va a morir en la hoguera?
-Si ese hombre es inocente,
Dios no permitirá su ejecución.
Un cristiano
sabe que el sacrificio de un hombre
puede salvar las almas de otros.
-Prefiero pensar como judío:
quien salva una vida,
salva al mundo entero.
(Música ominosa)
-Oráis en vano.
Alá ya dejó de escuchar
vuestras plegarias.
En la vega, los cristianos
levantan una ciudad en piedra.
Entended que no se irán jamás.
-Callad.
-Apenas queda grano en los silos.
Vuestros súbditos pasan hambre.
Vuestros ejércitos
no unirán Granada con el mar.
Los turcos no pueden desembarcar.
-Maldigo la flota aragonesa.
-Mi señor...
estamos solos. Debéis aceptarlo.
-Según vos, incluso Alá
nos ha abandonado.
-Pensad en nuestras gentes.
En nuestro hijo, Ahmed.
Entregaos a los cristianos
o moriremos todos.
Puede que Alá
nos haya abandonado.
No abandonéis vos
a nuestro pueblo.
(Música triste)
-Mañana emplazaremos
las campanas de la iglesia.
Bravo, habéis erigido
una ciudad en muy pocos días.
Podéis retiraros.
(JUAN TOSE)
Quiero oír repicar
esas campanas sin descanso.
Así se hará.
Que el moro escuche
el tañer de la victoria.
(JUAN TOSE)
Estáis ardiendo.
¿Os encontráis enfermo?
(TOSE)
Juan, hijo, ¿qué tenéis?
(TOSE)
¡Avisad al físico!
Prometisteis que me ayudaríais.
-No puedo hacer nada por vos.
Os pido que os sacrifiquéis
por nuestro pueblo.
Cada cierto tiempo se desata la ira
de los gentiles contra nosotros.
Con la desaparición de ese niño,
su sed de violencia
ha encontrado
la excusa que necesitaba.
-¿Soy el chivo expiatorio
de los judíos de Castilla?
-No, quienes tienen vuestra vida
en sus manos así lo han decidido.
-Pero yo soy inocente.
Moriré abrasado.
-Confesad. Convertíos
y os darán una muerte rápida.
Es lo único que puedo prometeros.
(Música triste)
Aceptad vuestro destino
con valentía.
Pensad que no será en vano.
Muchos otros se salvarán gracias...
(LO CORTA) -¡No quiero morir!
No merezco morir.
-Yavé recompensará el sacrificio.
-Yavé me ha abandonado
y vos me habéis traicionado.
Jamás asumiré un crimen
que no he cometido.
¡Fuera!
¡Marchaos de aquí!
(SOLLOZA)
(JUAN TOSE)
Preparad una cataplasma
de mostaza.
(GIMOTEA) Ahmed, no temáis.
Yo estaré a vuestro lado.
Guardad fuerzas, hijo mío.
Ahmed está bien.
Juan padece un enfriamiento severo.
Volvemos a Sevilla,
quiero que le vea Badoz.
Sopesad los inconvenientes
del traslado.
Podría perjudicar su salud.
Nuestro hijo
no sanará en este lugar.
Mi señor,
permitidme acompañar a la reina.
Velaré por ella
y por el príncipe.
Os quiero aquí, Beltrán.
Mi señor...
ya no estoy
en disposición para serviros.
(ENÉRGICO) No discutáis.
Os necesito aquí.
Disponedlo todo para el traslado.
Partiremos de inmediato.
Como ordenéis.
(JUAN TOSE)
-"Don Diego, hijo mío.
He de confesaros que,
gracias a la luz de la Alhambra,
he corregido
el rumbo de mis conocimientos.
Ahora debo partir,
pero sabiendo que cuanto más
me alejo de una Granada
que agoniza
bajo el yugo de Castilla,
las costas de las Indias
se me antojan más próximas.
(Música emotiva)
-¡Deteneos!
-Les sorprendieron robando
grano, merecen ser castigados.
-Lleváoslos y azotadlos.
La próxima vez,
no seré tan benevolente.
-¿Así es como pretendéis
afrontar los motines?
Enteraos: el pueblo teme más
el castigo que el hambre.
-Atestasteis la ciudad
de hambrientos y desesperados.
¿Qué queréis, que se dejen morir?
-Arrojad su hambre y desesperación
contra los cristianos.
Sois su emir, aún os veneran.
¡Aprovechaos!
Formad un ejército
y acabad con el sitio.
-¿Sin armas y sin preparación?
Los enviaría a una muerte segura.
-Mejor morir luchando
que de hambre.
Que se ganen el paraíso.
-¡No!
Hubo un tiempo para las armas.
Ahora es momento de las palabras.
-Vuestro padre tenía razón.
No merecéis el trono.
(JUAN SE QUEJA)
-Tiene inflamada la pleura.
Por Dios, hablad en cristiano.
Me temo que el viaje
solo haya empeorado su estado.
¿Su vida corre peligro?
Con sangrías evitaré que los humores
nocivos lleguen a los pulmones.
Haced lo que consideréis,
pero en vuestras manos
se halla la vida del heredero.
La sangría se hace en el lugar más
alejado del foco de la enfermedad.
(Música triste)
Es de la princesa Isabel.
"Amada madre,
me complace haceros saber
cuán dichosa y feliz me siento.
Vos sabéis
que acudí a mi casamiento
con el corazón atenazado
por las dudas y los miedos.
Pues bien, sabed que a día de hoy
volvería a casar con el príncipe
Alfonso una y cien veces.
A vos debo daros
las gracias por ello.
Pido disculpas a Dios,
nuestro Señor,
por haberme anticipado
a vivir en el paraíso
antes de que él
me juzgue merecedora".
-¿Vos?
Disculpad, esperaba reunirme
con su alteza.
Traigo buenas nuevas
sobre mi viaje.
-Temo que no podrá atenderos.
Su hijo, el príncipe Juan,
se halla muy enfermo.
-Lo comprendo.
Fray Hernando...
¿Comunicaréis a la reina
que aguardaré?
Y que rezaré
por la salud del príncipe.
Señor todopoderoso...
(SOLLOZA) Ruego no permitáis
la muerte del príncipe.
Tomad mi vida,
si eso os complace.
Llevaos el alma
de cualquier otro de mi familia
y no la del sucesor de las Coronas
de Castilla y Aragón,
reinos que sabéis
a vuestro servicio.
Alteza, todo sigue igual.
Gracias.
Si se os ofrece algo más...
Si os dijera que un buen fin
podría justificar
medios perversos para lograrlo,
¿estaríais de acuerdo conmigo?
Supongo que depende
de la bondad del fin.
Y de la perversidad
de los medios.
Un dilema me aboca a tomar
una terrible decisión.
Necesito consultarlo con alguien.
Intuyo que no ha de ser
vuestra esposa.
La reina jamás habrá de saber
nada de lo que os diga.
Estoy a vuestro entero servicio.
(Música ominosa)
Si la enfermedad
se llevase su vida,
¿intuís las consecuencias
para la Corona?
Entiendo vuestra preocupación.
Llevo días sin conciliar el sueño.
Nos enfrentamos
a un grave problema de Estado.
El príncipe sanará, ya lo veréis.
¿Y si no lo hace?
El príncipe es nuestro heredero.
Vos sabéis igual que yo
quién será la siguiente
en la línea de sucesión.
(BAJO) La princesa Isabel.
Después de tanto esfuerzo,
sacrificio y sangre derramada,
un rey portugués terminaría
reinando en Castilla y Aragón.
Ruego a Dios no permita tal cosa.
No ha de permitirlo Dios
pero tampoco han de hacerlo
los hombres.
¿Qué hacéis con esta carta?
Va dirigida a mi esposa.
-Os adelanto que contiene
malas noticias para ella.
Su hermano, el príncipe Juan,
se encuentra muy enfermo.
No saben si sobrevivirá.
-Esto arruinará su felicidad.
-Obrad con astucia,
pues, y no se lo digáis.
-¿Me pedís
que mienta a mi esposa?
-Tan solo le ocultaréis la verdad.
-¿Y si su hermano muere?
-Rezad por que así suceda.
Isabel y vos
sucederíais a sus padres.
Seríais los reyes
más poderosos de la península.
Hijo, debéis aprender
a mirar hacia el futuro.
-Razón de más
para no ocultarle la verdad.
No mezclaré la política
con mi amor por ella.
-Ahora debéis amarla más si cabe.
-Os lo ruego, no os burléis.
En cuanto lo sepa,
deseará reunirse con su familia.
Querrá estar con su hermano.
Partiremos de inmediato.
-Por vuestra seguridad, no os dejo.
-¿Qué insinuáis?
-No me fío de ellos.
-Mi esposa es castellana.
-¡No seáis necio!
No os arriesguéis
a caer en sus manos.
Vuestro futuro
depende de la muerte de un niño.
Os resignaréis
a permanecer en la corte.
Sobre vuestros sentimientos
está la Corona de Portugal.
-Debemos marchar cuanto antes.
-No servirá de nada ir a Sevilla.
-Servirá para estar con mi hermano.
No os entiendo.
-El rey nos prohíbe abandonar
la corte por seguridad.
-¿Cómo decís?
-Mi padre sabe
que si vuestro hermano fallece
vos os convertiríais en la sucesora,
y yo con vos.
-Pronto he dejado de ser
lo más importante para vos.
Antes que yo
se encuentra vuestra ambición.
-¡Isabel!
(GRITA DE DOLOR)
¡Por misericordia, parad!
Fui yo. Yo fui.
-Deteneos.
El condenado quiere confesar.
¿Reconocéis vuestra culpa?
¿Firmaréis una confesión?
-Yo asesiné a ese niño.
Yo abrí su pecho para extraer
y devorar su inocente corazón.
Robé hostias consagradas
y las empapé en su sangre.
Lo reconozco,
pero os ruego que cese el tormento.
-No sois del todo sincero conmigo.
El Viernes Santo
crucificasteis al niño.
Cuesta trabajo creer
que tamaña aberración
la perpetrasteis vos solo.
(TARTAMUDEA) -Tenéis razón.
Había más conmigo,
no estaba solo.
Entre todos lo crucificamos
en unos palos cruzados.
-Dadme sus nombres
y os prometo que vuestro tormento
habrá terminado.
(Música triste)
-Ben Ami,
Juan de Lucas,
Benito García...
(HABLA ENTRE SOLLOZOS)
-¿No salís de la cama?
¿Nunca más?
-Vos me tenéis prisionera.
-Eso no es cierto.
Sois lo que más amo en el mundo.
-De ser así haríais cualquier cosa
por procurar mi felicidad.
-Vais a ver cuán equivocada estáis.
Os llevaré con vuestro hermano.
Escaparemos juntos.
-¿Desobedeceréis
a vuestro padre por mí?
-Partiremos al alba,
pero lo haremos por separado.
Yo abriré el camino
y nos veremos en unas cuadras
a extramuros de Sintra.
Preparaos para el viaje.
Del resto se ocupara mi ayo.
(Música romántica)
(SUSPIRA)
(Música ominosa)
-Me habéis burlado.
Ya teníais a vuestro culpable judío.
¿A qué viene que ahora
sean ocho los condenados?
La reina sabrá
de vuestros infames enredos.
¡Os lo juro!
-Ahí tenéis
la confesión de vuestro zapatero
y las de los otros siete condenados.
-Llevadle una copia a la reina,
si se os antoja.
-Vos sabéis
que esto es fruto del tormento.
-Se ha hecho justicia.
No habrá más represalias
contra los vuestros.
-Asesináis en nombre de Dios.
Esa es vuestra justicia.
(REY) ¡Deteneos!
-Soy la princesa,
no podéis retenerme.
-Mi hijo, ¿dónde está?
-No lo sé.
(ENFADADO) -¡Responded!
¿Dónde está mi hijo?
-¡No lo sé!
Preguntad al ayo.
-Nadie le ha visto esta mañana.
¿No debíais reuniros con él?
Encontrad al príncipe, no puede
haberse alejado demasiado.
-Las calenturas han remitido.
Las sangrías y los baños fríos
han surtido efecto.
Os digo que vivirá.
Doy gracias a Dios
por atender mis plegarias.
Mi hermano corre peligro,
no podéis impedir que vaya.
Cuando regrese Alfonso, nos iremos
a Castilla y no podréis impedirlo.
-¿Y mi hijo?
¿Habéis encontrado al príncipe?
-Lo siento, señor.
-¿"Lo siento"?
¿Qué habéis de sentir?
(AÚLLA) ¡Noo!
¡No!
¡Nooo!
(LLORA)
(Música triste)
(Rezos en latín)
-¿Se sabe algo
del ayo del príncipe?
Encontradlo, lo quiero vivo.
-La nueva forma del casco...
La nueva forma del casco
ayudará a aprovechar la fuerza
de las corrientes marítimas.
Si con la ayuda
de nuevas velas y aparejos
las naves
son más rápidas y eficientes,
¿por qué la duración del viaje
será mayor?
Porque erré en mis cálculos.
Ahora sé con certeza
que mi travesía habrá de durar
30 días más de lo previsto.
Por tanto, vuestra expedición
es más onerosa.
Sí, y con todo,
mi ruta sigue siendo más corta
que la travesía portuguesa.
Lo siento.
No financiaremos ningún viaje
hasta que no concluya la guerra.
Alteza, el viaje
ha de realizarse sin demora.
Nuestro dinero está comprometido
con una causa divina:
la expulsión de los musulmanes.
Extender la fe católica
por tierras ignotas.
¿No es también una causa divina?
Lo es, sin duda.
¿Permitiréis que los portugueses
emprendan tan magna tarea?
¿Es acaso una amenaza?
Os conozco y sé que sois
un hombre orgulloso.
Ya se burlaron de vos
una vez en Portugal.
No les permitiréis
hacerlo de nuevo.
Señora, en vuestras manos está.
Ejercitaos en la paciencia.
La necesitaréis
para un viaje tan largo.
Altezas...
Debo informaros de una desgracia
en la corte de Portugal.
El príncipe Alfonso falleció
tras caer de su montura.
(Música dramática)
Se os acusa del horrendo asesinato
de un inocente
para la práctica
de vuestros ritos heréticos.
Asimismo, se os acusa de apostasía
así como de cometer crímenes
contra la fe católica.
¿Os arrepentís
y abjuráis de vuestros actos?
-Es la mayor
de las falsedades del mundo.
(TORQUEMADA RESOPLA)
Vuestra actitud os convierte
en impenitentes no relapsos,
por lo que se os condena
a ser relajados al brazo secular
para morir en la hoguera.
La sentencia se ejecutará
en el Brasero de la Dehesa, Ávila.
Los bienes confiscados
a los condenados
se emplearán en las obras
del monasterio de Santo Tomás.
(YUCEF ESCUPE)
¡Hija mía! Pobre hija mía...
(LLORA) Madre, sin Alfonso
no quiero seguir viviendo.
-No habéis encontrado al ayo.
-No, mi señor. Nadie sabe de él.
-Yo sí.
Sé bien dónde se esconde.
Retiraos.
"El infortunio ataca nuestros reinos
con desigual mesura,
pues he sabido que, gracias a Dios,
Juan se recobra de su mal.
El Señor deja
que la muerte se lleve a mi hijo,
conservando vos el vuestro.
Tal ha sido su voluntad
y ante ella debemos resignarnos,
pero debe tornarse el dolor
en ira contra sus designios,
pues nada nos devolverá
a nuestro Alfonso.
La princesa Isabel conservará
sus títulos y privilegios en Portugal
Quiera Dios que encontremos
cómo enmendar este revés atroz
y siga reinando
la paz entre nuestros reinos.
(Música triste)
-Señora, sé que estos son
momentos terribles para vos,
pero hay algo
que deseo comentaros.
Sé que las villas castellanas
ya están en paz.
Finalmente, ¿cuántos fueron?
Ocho. Dos judíos y seis conversos.
Al menos, ha cesado la venganza.
Cierto, mi señora,
pero temo que cometieran
un desatino en vuestro nombre.
No hay rastro del cadáver del niño
donde dicen que fue martirizado
ni rastro de las prácticas
por las que se les condena.
¿Insinuáis que Dios ha permitido
la ejecución de ocho inocentes?
No me atrevo a tanto, alteza.
Decidme; si fuera tal,
¿acaso no tendría sus razones?
Unos mueren para que otros vivan.
Así lo dispuso nuestro Señor,
que murió en la cruz por nosotros.
No obstante...
Señora...
Fray Hernando...
Rogué a Dios que salvara la vida
del príncipe a cambio de otra.
y el Señor ha escuchado mis ruegos.
Vivíais momentos
de desesperación.
Nada duele más a una madre
que la muerte de sus hijos.
Bien lo sé.
Sin embargo, si Boabdil no entrega
Granada a la hora convenida,
Ahmed, un niño inocente,
pagará por la traición de su padre.
Rogaremos al Señor
para que el infiel ceda a tiempo.
No hago otra cosa, os lo aseguro,
pero me atormenta saber que,
llegado el día,
sería capaz de ordenar su muerte.
Por Castilla,
por la vida de los míos.
Es solo un niño.
¿En qué me he convertido?
En Granada
no quedan víveres ni armas.
Quizá incluso rindan
la plaza antes de hora.
Rezo porque llegue ese momento.
Entregad Granada.
-No soy un títere en sus manos.
Lo haré cuando expire el plazo.
-Ni un solo judío
debe quedar en Castilla.
Así lo entiendo yo
y así lo entiende Roma.
-Necesito fondos para construir
naves, para tripulación...
¿Queréis
dos millones de maravedíes?
¿Nos tomáis por necios?
-¡Deponed las armas!
He relegado los asuntos de Aragón
cuando Castilla me ha necesitado.
Cumplid vuestra palabra.
Os hago saber
que tanto Fernando como yo
expulsaremos a los judíos
de nuestros reinos.
Pero señora...
-Sabia decisión.
¡Silencio! No he terminado.
¡Maldigo el día
en que nacisteis de mi vientre!
-El judío que no acepte
este edicto y esté aquí o regrese,
será culpado a muerte.
-Que las últimas reservas
de pólvora arrasen la Alhambra.
Que arda la ciudad entera
con ellos dentro.
-¡Alá es grande!
(TODOS) ¡Alá es grande!
-Boabdil no sabe nada de la traición
que se prepara en Granada.
Levantaos.
Si no os conviene,
hacédmelo saber.
Por Dios, genovés,
no me pongáis a prueba.
Vuestra ambición e insolencia
acabarán con vuestro viaje.
Defendeos de los cristianos
y preparaos para luchar a muerte.
-Vuestra locura
ha acelerado nuestro final.
_____________________________________
NOTIZIE STORICHE.
_____________________________________
PERSONAGGI.
_____________________________________
TERMINOLOGIA STORICA.
______________________________________
LUOGHI E ATLANTE STORICO.
______________________________________
VOCABOLI.
Nessun commento:
Posta un commento