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Sommario:
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Isabel - Capítulo 26
Granada debe rendirse. Así lo ha decidido
Boabdil, viéndose aislado y amenazado. Pero no entregará el reino hasta
el último momento. En su ausencia, Aixa opta por no dejar piedra sobre
piedra. Está dispuesta a destruir la Alhambra e inmolarse con los suyos
antes que capitular. En la corte de Isabel ya piensa en el
futuro. Las diferencias de opinión sobre cuál debe ser el destino del
dinero sobrante de la guerra llega a provocar el enfrentamiento entre
los reyes. Isabel es partidaria de apoyar la expedición de Colón, pero
Fernando no ha olvidado su promesa de recuperar los condados ocupados
por los franceses. Torquemada considera que la política en la
Granada ocupada ha de ser más contundente contra los infieles
derrotados. Amenaza con acusar a los reyes ante Roma por tolerar la
herejía. Para evitar perder el favor del papa, Isabel y Fernando se
plantean la expulsión de los judíos.
Transcripción completa
Hacedla llegar
a los reyes de Castilla.
Son buenas noticias. No tardará
en firmar las capitulaciones.
¿Así preparáis la paz para vuestro
pueblo, con planes de guerra?
-¿Creíais que me rendiría?
La hora de la paz ha llegado,
pronto volveréis
con vuestros padres.
¡Proteged a la reina,
sacadla de aquí!
Habréis visto
que Boabdil no dejará las armas,
habrá que combatir hasta el final.
Mis hombres creyeron
que rompíais la tregua.
-¿Tregua?
Vengo a daros un ultimátum.
Debéis entregar Granada.
Si Granada deber ser arrasada
como Málaga, sea.
Si establecen un puente
entre África y Granada
muchos musulmanes vendrán
a la Alhambra en nombre de Alá.
En la vega están levantando
toda una ciudad en piedra,
¿no entendéis que no se irán jamás?
-Calla.
-Pero Ahmed es mi amigo.
Desde ahora
es un prisionero de guerra.
Entregadles la ciudad
o moriremos todos.
Sois la novia más hermosa
que jamás he visto.
El príncipe Alfonso
es muy afortunado
tomándoos como esposa.
Juradme que solo tenéis ojos
para vuestra princesa.
-Os lo juro.
-Se os acusa de sacrilegio
y de haber secuestrado y asesinado
al niño Cristóbal de La Guardia
para vuestras prácticas heréticas.
-¿Pretendéis que condene
a un inocente sabiendo que lo es
y que morirá en la hoguera?
-Si ese hombre es inocente
Dios no permitirá su ejecución.
Jamás asumiré un crimen
que no he cometido. ¡Fuera!
¡Marchaos de aquí!
-Se os condena a ser relajados
al brazo secular...
para morir en la hoguera.
Pretendo alcanzar las costas
de Catai sin rodear África.
-¿Cómo pensáis afrontar tal hazaña?
-Atravesando el océano Atlántico.
-Debéis serviros también
de las corrientes de estas islas
para atravesar el océano.
Juan, hijo, ¿qué tenéis?
(RESPIRA AHOGADO)
¿Su vida corre peligro?
Sabéis bien quien habrá
de ser la siguiente
en la línea de sucesión.
Isabel y vos sucederíais
a sus padres.
Seríais los reyes más poderosos
de la Península.
-Os llevaré con vuestro hermano,
partiremos al alba,
pero por separado.
-Las calenturas han remitido,
las sangrías y los baños fríos
parecen haber surtido efecto.
Al parecer cayó del caballo.
(DESESPERADA) -¡Nooooooo!
(LLORA) ¡Noooo!
No financiaremos ningún viaje
hasta concluir la guerra de Granada.
"He decidido que la princesa Isabel
conserve sus títulos y privilegios
en Portugal".
-Vuestro padre tenía razón.
No merecéis el trono.
Si Boabdil no entrega Granada
a la hora convenida
Ahmed, que es un niño inocente,
pagará por la traición de su padre.
(Sintonía de la serie)
(Pájaros piando fuerte)
Alzad la barbilla,
que se os vea bien.
Ya es suficiente.
Volvamos a Santa Fe.
-No podéis dejar Granada ahora.
-Han asaltado
el carmen de Ibn Kumasa.
Es uno de nuestros nobles
más leales, se lo debo.
-¡Por Alá y nuestro hijo!
-Solo serán unos días.
Confiad en mí.
-Matarán a Ahmed si no cumplís.
-No lo harán.
Nos dieron su palabra
y la cumplirán.
Como yo cumpliré la mía
cuando llegue la hora.
-Si le sucede algo a Ahmed
no os lo perdonaré.
Entregad Granada de una vez.
-No soy un títere en sus manos.
Lo haré cuando expire el plazo,
no antes.
Mientras, sigo siendo el emir
y no permitiré el caos en mi reino.
Manteneos firme, os lo ruego.
(Campanas)
En Granada ya no quedan
víveres ni armas,
no sería raro que la rindieran
antes de hora.
Rezo por ese momento. No quisiera
tener la muerte de Ahmed
sobre mi conciencia.
No temáis,
la vida del niño no corre peligro,
estoy seguro.
Señores, estamos a punto de liberar
a la península del yugo del Islam.
Un gran logro para la cristiandad,
pero ¿y los infieles?
¿Tenéis decidido su destino?
Podrán marchar a Berbería a voluntad
y a los que se queden
los atraeremos al cristianismo.
¿Pretendéis evangelizar al moro?
De nada servirá.
Ya se vio en Sevilla
con los conversos.
-Acepto mi fracaso,
pero no es lo mismo.
En Sevilla aprendimos
que un converso judaíza
porque su fe está contaminada.
Y el infiel nunca ha conocido
la doctrina cristiana.
Cuando conozcan
las enseñanzas de Cristo
se someterán voluntariamente
a la fe verdadera.
En una generación
Granada será cristiana.
Algo ayudará a repoblar Granada
de Cristianos viejos.
Ofreceremos casa y hacienda
y exenciones en los impuestos.
Pero si no pagan tributos,
¿de dónde saldrá el dinero
para alimentar a la población,
asentar la diócesis?
Contad con el sobrante
de la bula de cruzada.
Bastará para comenzar.
¿Roma no se opondrá?
Cristianizar Granada era el objetivo
de nuestra cruzada,
no deja de ser el final de la misma.
Altezas...
Alabo vuestras intenciones,
pero Granada nunca será cristiana
sin instaurar la Inquisición.
Cuando tomemos la plaza decidiremos.
Nos esperan.
Torquemada tiene razón.
Puede, más prefiero
intentarlo a mi modo.
(Relinchos)
Altezas. Sé que estáis inmersos
en acontecimientos
de gran importancia, pero esto...
esto no puede esperar.
Debo partir en verano
para aprovechar el clima
y no puedo demorar
los preparativos.
Necesito fondos para construir
naves, contratar...
¡Queréis dos millones
de maravedíes!
¡¿Nos tomáis por necios?!
Comprobad cada uno de los gastos,
toda está bien detallado.
Con semejante fortuna
no necesita viajar,
será rico sin salir de puerto.
Estudiaremos la propuesta,
más tened paciencia.
No acometeremos más empresas
hasta haber entrado en Granada.
(Grillos y aves nocturnas)
Comparto vuestra tristeza,
pero no podéis desfallecer,
vos menos que nadie.
-No me quedan fuerzas.
-Debéis ayudar a vuestro esposo
en su heroica misión. Sin flaquear.
-¿Es heroico entregar un reino?
-Boabdil no rendirá Granada.
Si no salva el reino
habrá de morir con él.
-Habéis perdido el juicio.
-Cualquier otra salida sería
una deshonra para él
y para nuestra estirpe.
-¡¿Queréis que maten a mi hijo?!
¡¿Que nos maten a todos?!
Salid de mis aposentos.
(ESCUPE)
Sois la desgracia de Boabdil.
Le habéis hecho débil como Zoraida
hizo débil a mi esposo.
Si Granada cae en manos cristianas
será por culpa vuestra.
Cien veces la entregaríamos para
salvar la vida de Ahmed. ¡Fuera!
¡Fuera o llamo a la guardia!
No entiendo vuestro enojo.
¿Es por el viaje del genovés?
Nos vende humo a precio de oro
y vos le dais alas.
Acordamos apoyar su expedición.
No hablamos de tanto dinero.
No es el momento.
Sí lo es.
Castilla está a punto de recuperar
los territorios que nos pertenecen
y entonces...
¿Y cuándo mi reino?
El Rosellón y la Cerdaña continúan
en manos francesas, recordadlo.
Prometí a mi padre
que los recuperaría
y vos me asegurasteis
vuestro apoyo.
Esta guerra aún no ha terminado
y nuestras mesnadas deben descansar.
He relegado los asuntos de Aragón
cuando Castilla me ha necesitado,
cumplid ahora vuestra palabra.
Colón habrá de esperar.
(Pasos)
Gracias por recibirme, alteza.
Decid, ¿cuál es la urgencia?
Con franqueza...
Me preocupan vuestras intenciones
con los infieles de Granada.
Sufrís antes de tiempo,
no decidiremos nada sin tenerla.
Si en la nueva diócesis no se actúa
con firmeza desde el principio
Granada será refugio de herejes,
infieles y judíos.
Fray Tomás, dedicaos a vuestras
tareas y dejádmelo a mí.
Precisamente, alteza.
¿Habéis decidido
ya quién será el arzobispo?
¿También eso os preocupa?
Sabéis que nunca he perseguido
tal honor,
más en Granada
la iglesia precisará de alguien
que defienda la fe
sin que le tiemble la mano.
¿Alguien como vos?
Si como arzobispo puedo serviros
a vos y a la iglesia
estaría dispuesto
a aceptar el nombramiento.
Tendré en cuenta vuestro
ofrecimiento cuando llegue la hora.
Podéis retiraros.
Alteza.
(Aves)
Es la mitad de los que os debo,
os daré el resto en cuento pueda.
-Me hago cargo.
-Moisés, vendrán tiempos mejores.
-En la corte se sufre menos
que en las aljamas,
por eso aún tenéis esperanzas.
-Me duele que perdáis el ánimo,
sobrino.
-Dos veces han atacado mi negocio
este mes.
-¿Habéis pensado en trasladaros?
-¿Otra vez?
En toda Castilla no hay lugar seguro
para los judíos.
-Pronto acabará la guerra.
Y Granada puede ser una oportunidad
para todos nosotros.
Muchos musulmanes
preferirán el exilio
antes que vivir
bajo las leyes de Castilla.
Venderán sus casas y sus negocios
a buen precio.
Y si sabemos aprovechar la ocasión
hay mucho que ganar.
-¿Qué os hace pensar que en Granada
los gentiles nos respetarán?
-La Corona necesita gente
que ayude a reconstruir el reino.
Y se rumorea que allí será distinto,
que habrá más tolerancia.
Querido sobrino...
los reyes ven a los musulmanes
como invasores.
Sin en Granada abren la mano
con ellos,
¿no lo habrán de hacer con nosotros?
(Música de emoción)
En su lecho de muerte
el rey Luis de Francia reconoció
nuestros derechos legítimos. Ahora
Carlos debe cumplir su voluntad
y devolvernos los condados.
¿Entraríais en guerra con Francia?
Confío en no tener
que llegar a tanto.
Portugal se mantendrá neutral
y me apoyan Inglaterra
y los Habsburgo.
Entonces no veo
en qué puedo ayudaros.
Necesito concentrar tropas
en la frontera.
Y lo financiaré
con la bula de cruzada.
Alteza, la bula de cruzada
solo puede utilizarse
para combatir a los infieles.
El Papa no aceptará su uso
en una guerra entre cristianos.
Vamos a conseguir una gran hazaña
para toda la cristiandad,
¡Roma nos debe su apoyo!
Sabéis que no puedo complaceros.
Está bien.
Esperaré a que Granada
sea cristiana,
entonces a ver qué dice el Papa.
Retiraos.
Boabdil ha pactado la entrega
de Granada a los cristianos.
Nos ha traicionado,
mi propio hijo, sangre de mi sangre.
-No permitiremos que Granada
se rinda al infiel.
-Nobles señores,
la guerra está perdida,
no recibiremos ayuda
de nuestros hermanos.
Pero es mi voluntad
que la lucha continúe
mientras uno de nosotros viva.
-Mi señora, puede que seamos
vencidos, pero nunca esclavos.
(TODOS) ¡Nunca!
-Vuestro respaldo hace menos amarga
la traición de mi hijo.
Si es el sacrificio
lo que nos aguarda, sea.
Más no hemos de ser
los únicos en morir,
demos al infiel
el recibimiento que merece.
Con las últimas reservas de pólvora
arrasaremos la Alhambra,
que arda la ciudad entera
con ellos dentro.
-¡Alá es grande!
(TODOS) -¡Alá es grande!
-Nobles de Granada...
No la escuchéis.
Solo la mueve el odio
y el odio la ha enloquecido.
El emir es vuestro legítimo señor,
él vela por nosotros.
Aguardad su regreso,
nadie más ha de morir.
-Prendedla.
(Gritos contra Morayma)
¿Habéis visto a Colón a su vuelta?
Apenas.
Está muy ocupado
planificando el viaje.
He estado pensando
en las posibilidades de su empresa.
Es una gran oportunidad
para llevar nuestra fe a la Indias.
Dios lo permita.
Me alegra coincidir
también en esto.
Divulgar la palabra del Señor es
obligación de todo siervo de Dios.
Lamentablemente
la expedición peligra.
No sé cómo conseguir fondos
para financiarla.
Vos podríais ayudarme.
Mencionasteis un excedente
de la bula de cruzada.
Os digo lo mismo que a vuestro
esposo, Roma no lo aceptará.
¿Mi esposo os ha pedido el dinero?
Para recuperar los condados
catalanes, ¿me equivoco?
Espero que vos aceptéis mi negativa
mejor que él.
Si podemos utilizar la bula
para evangelizar Granada,
podemos emplearla para lo de Colón,
no es tan diferente.
Alteza, por ahora se trata
de financiar un viaje,
no es posible.
Fray Tomás ha venido a verme.
Se ha propuesto a sí mismo
como arzobispo de Granada.
¿Torquemada arzobispo?
Como sabéis, mi intención era
evangelizar a los infieles,
más el insiste en que no habrá
conversiones sin Inquisición.
Aún no he tomado una decisión,
pero no tardaré en tomarla
una vez entregada Granada.
Ayudadme, por lo que más queráis.
Hay que alertar a mi esposo
de lo que pasa.
Os lo ruego, el emir debe saber
lo que planea Aixa.
Él detendrá esta locura.
-Mi señora, cumplo órdenes.
Cuando regrese el emir...
-¡No podemos esperar!
Si el emir no regresa a tiempo
con sus tropas todos moriremos.
Vos sois un soldado
y no teméis a la muerte.
Pero pensad en vuestra familia,
en vuestros hijos.
¿Por qué han de morir?
-¿Cómo pensáis evitarlo?
-Dejadme libre
y llevad esta nota a mi esposo.
Apresuraos, está en el carmen
de Ibn Kumasa.
-¿Y vos qué vais a hacer?
Yo he de salvar la vida de mi hijo.
(JADEA LLOROSA)
Alteza, os lo juro, Boabdil
no sabe nada de esta traición.
Levantaos.
(LLORANDO) No lastiméis a Ahmed.
Vos también sois padre,
tened clemencia.
¿Y vuestro esposo?
Confío en que llegue a tiempo.
¿Si lo consigue podrá domeñar
a su madre?
No sufráis por vuestro hijo,
no padecerá mal alguno.
(Pasos)
Os prometo que salvaremos la ciudad.
Si hubiésemos querido destruir
Granada ya sería nuestra.
No escatiméis en pólvora
para causar el mayor daño posible.
Nada ha de quedar al infiel.
-¡Alto!
-Aún estáis a tiempo. Defendeos
y preparaos a luchar hasta morir.
-Esta locura solo ha acelerado
nuestro final.
¡Encerradla en su alcoba!
-¡No, no!
¡Traidor, cobarde!
¡Maldigo el día
en que naciste de mi vientre!
-Salid y lo pagaréis con la vida.
(GRITA CON RABIA)
¡Abrid, abrid!
¡Traidor, cobarde!
(HISTÉRICA) ¡Saldré de aquí!
¿Me oís? ¡No estoy sola!
¡Cobarde, traidor!
¡Abrid!
(Gritos lejanos de Aixa)
(Música triste y melancólica)
(ESCRIBE) "Yo, Boabdil,
emir de Granada,
en mi nombre,
en el nombre de los nobles
y en el de todo
el común de la ciudad,
hago entrega a sus altezas,
o la persona que mandaren,
con amor, paz
y buena voluntad verdadera,
de la fortaleza de la Alhambra
y de la ciudad de Granada,
su albaicín y sus arrabales
para que las ocupen en su nombre
con su gente y a su voluntad.
Y que siendo entregadas
las fortalezas
bajo su amparo,
los dejarán en sus casas,
haciendas y heredades
para siempre jamás.
Respetarán sus mezquitas
y no les perturbarán
en sus costumbres ni en sus leyes.
Ni en sus escuelas donde enseñan
a los niños, ni en su religión".
(Música de acción)
Si encontramos las cargas
evitaríamos que estallen.
No hay tiempo.
Nuestra ventaja es que no saben
que conocemos sus planes.
(ALIVIADA) Por fin.
La rendición de Boabdil.
(LEE) "Para cumplir adecuadamente
con la entrega no debe demorarse
para evitar revueltas
y otros perjuicios".
(RÍE FELIZ)
Hoy mismo, al caer el sol,
Boabdil nos abrirá la ciudad
para que tomemos la Alhambra.
¿Podemos confiar en su palabra?
-No arriesgaría la vida de su hijo.
Ha conseguido frenar a Aixa,
mas pueden surgir nuevas conjuras.
Cierto, no estaba sola.
Tomaremos
todas las precauciones posibles.
Cárdenas, vos tomaréis posesión
de la Alhambra en nuestro nombre.
Gracias, alteza,
no hay mayor honra para mí.
Que se disparen tres cañonazos
cuando concluyáis la misión.
Si os place esperaremos juntos
la señal convenida.
(GRITA FURIOSO)
Señores, procedamos.
¡Deponed las armas!
Granada ya no nos pertenece.
En nombre de sus altezas
don Fernando y doña Isabel,
por la gracia de Dios
rey y reina de Castilla,
de León, de Aragón y de Sicilia,
condes de Barcelona
y señores de Vizcaya,
tomo posesión de este palacio,
de esta ciudad y de este reino.
-Yo os lo entrego.
-Debemos inspeccionar el palacio
y ver que no hay peligro alguno.
-Mis capitanes os guiarán
a los torreones.
-La reina desea que se libere
de inmediato a todos los cautivos.
-Así se hará.
¿Disponéis alguna otra cosa?
-Sí.
Reverencia...
(REZA EN LATÍN)
(EN LATÍN) En nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
(CANTA "TE DEUM")
(LLORA)
(Cañonazo)
(Cañonazo)
(Cañonazo)
(BAJITO) Por fin.
Hemos conseguido
lo que tanto anhelábamos.
La cristiandad recordará este día.
Para mayor gloria
del reino de Castilla
y de nuestro Señor.
Alabado sea Dios.
(TODOS) Alabado.
-¡Por Castilla!
(TODOS) -¡Por Castilla!
-¡Por Castilla!
(TODOS) -¡Por Castilla!
-¡Por Castilla!
(TODOS) ¡Por Castilla!
Sois el soberano de Granada,
no debéis humillaros antes nos.
Tomad las llaves de mi ciudad,
que yo, y los que estamos dentro,
somos vuestros.
Mi señora...
Complace más la gloria
cuando se ha sufrido para lograrla.
(Gritos de apoyo a los reyes)
(Pájaros cantando y silencio)
(Golpes de lanza)
Qué hermosa construcción.
Fray Hernando...
En nuestro deseo que se erija
una gran cruz en la torre más alta.
Habrá de verse desde el último
rincón de la ciudad.
Granada es cristiana
y todos deben saberlo.
(Relinchos)
Doy gracias a Alá.
A mis brazos, hijo mío.
-No se lo tengáis en cuenta,
son momentos difíciles para todos.
-¿Qué va a ser de nosotros,
dónde iremos ahora?
-Nos estableceremos al sur,
en un castillo en Al Busherat
donde no habrá de faltaros de nada.
-¿Ese lugar es digno de un rey?
-No son los palacios
quienes dignifican a los reyes,
son los reyes quienes los honran
con su presencia.
(Graznidos)
(Música triste)
Llorad... llorad como una mujer
lo que no supisteis defender
como un hombre.
(Ruido de cubiertos y voces)
Todo el mundo espera
vuestras palabras.
(Tintineo del vaso)
Largos años de guerra
han transcurrido
para que hoy celebremos
nuestra victoria sobre el infiel.
No hubiera sido posible
sin la determinación y la fe
de todos los presentes.
Y sin el sacrificio de todos
los que entregaron sus vidas
por Dios y por Castilla.
Hoy envidio a todos ellos,
pues tienen el privilegio
de celebrar esta victoria
junto a nuestro Señor.
Como reina de Castilla prometí
que haría cuanto estuviera
en mi mano...
Al despuntar el día partiréis
hacia Francia con un ultimátum
para que el Rosellón
y la Cerdaña sean devueltos.
Alteza, con el debido respeto,
¿no creéis que es pronto
para una nueva contienda?
Confiemos en que no sea necesario.
Pero si Francia nos declara
la guerra, Aragón deberá defenderse
y Castilla se verá forzada
a respaldarme.
Brindemos por nuestra victoria.
Por Castilla y por Aragón.
(TODOS) ¡Por Castilla y por Aragón!
(Aves nocturnas)
(Rezos de un imán árabe)
¿Oís lo mismo que yo?
Es un canto fantasmal,
una letanía del más allá.
Hiela la sangre, es cierto.
Nos recuerda que este lugar
aún no nos pertenece,
que nos hallamos en tierra extraña.
Pues, señora, algo habrá de hacerse
o jamás conciliaré el sueño.
Ordenaré que cuelguen campanas
de todas la torres
y que repiquen sin cesar
cuando suenen sus cantos.
Por ruido que hagan las campanas
mejor dormiré con ellas
que con esas voces.
Habéis de saber...
que lo que sostenéis en las manos
es el libro sagrado del infiel.
-¡Acaso entendéis
lo que aquí se dice?
Empleáis el tiempo
en conocimientos inútiles.
-No lo creo. No hago sino cumplir
el mandato de Jesús,
pues todo conocimiento es
una forma de amor hacia el prójimo.
-De nuevo os equivocáis.
El Señor no aprueba la lectura
de estos libros infieles,
así como la sensualidad insultante
de este palacio.
Confío en que la reina
erija una catedral
sobre los cimientos
de este lugar endemoniado.
No debería quedar nada de todo esto.
-Gracias a Dios,
la reina admira
la belleza de este lugar.
-Bien sabe el maligno cómo debilitar
la voluntad de los hombres.
Por eso hemos de mostrarnos
implacables.
-Os ciega el odio, fray Tomás.
-Y a vos la condescendencia,
por lo que jamás
nos pondremos de acuerdo.
Fray Hernando...
Os informo de que he escrito al Papa
para que permita utilizar
el dinero de la bula
con el fin de instaurar
la Santa Inquisición en Granada.
-¿Cómo decís?
-Su Santidad verá el gesto
como la culminación de la guerra
contra el infiel.
-Deberíais haberme consultado,
pues el dinero sobrante de la bula
ya no existe.
¿Podéis explicarme el propósito
del viaje de Cárdenas a Francia?
Ha ido a exigir la devolución
de los condados catalanes.
¿Y si no acepta?
Estoy presto para la batalla.
¡No hay dinero para otra guerra!
Si Francia nos amenaza,
Talavera tendrá que concedernos
el dinero de la bula.
Solo veláis
por vuestro propio interés.
¡Lo he dado todo por Castilla,
de sobra lo sabéis!
Y así seguirá siendo,
pero enteraos de una vez
de que los problemas de Aragón
también son vuestros.
Altezas...
Fray Hernando de Talavera ha desviado
los fondos de la cruzada
quién sabe para qué fines.
¿Cómo decís?
Se niega a revelar en qué
se ha gastado el dinero.
¿Sabéis algo de esto?
¿Qué tramáis vos y vuestro confesor?
¿Habéis dado a Colón ese dinero
sin consultarme?
Nada tengo que decir.
Y ahora, si me excusáis, tengo
asuntos importantes que atender.
Fray Hernando...
Hay un incómodo asunto
que deseo tratar con vos.
Torquemada os acusa
de usar el dinero de la bula
en beneficio propio.
Y vos...
¿Dudáis de mí?
Por supuesto que no.
Sé perfectamente
que le habéis mentido.
Que Dios me perdone.
Preferís caer en el pecado
antes que la Inquisición
se instaure en Granada.
Merecen una oportunidad
que Torquemada no les concederá.
Fray Tomás parece dispuesto
a denunciaros ante Roma.
Si lo hace, solo tendréis
dos opciones:
reconocer que tenéis
el dinero y dárselo...
O aceptar la sisa ante el Papa
y asumir el castigo.
No sé bien qué es peor.
Estáis en un brete...
del que yo os puedo sacar.
¿Cómo?
Financiad la expedición del Genovés
y contaréis con mi protección.
No os lo pediría si vos no creyerais
que es una gran oportunidad
para extender el evangelio.
Sin embargo,
ambos sabemos que priman intereses
más mundanos en esa expedición.
¿Preferís que Granada
caiga en manos de Torquemada?
Prometedme que respetaréis
las religiones que hay en Granada,
y que no impondréis vuestra fe.
Prometédmelo,
y Colón tendrá su dinero.
Tenéis mi palabra.
¿Y el rey?
¿No montará en cólera
cuando se entere?
Fernando vela por sus intereses,
como yo lo hago por los míos.
Fray Hernando recibirá
el castigo que se merece.
Sed consciente de lo que decís,
habláis del confesor de la reina.
Será en Roma que tomarán consciencia
de cómo se hacen las cosas.
Os jactáis de vuestra fe, el Papa
habrá de saberlo de vuestro relato.
Medid vuestras palabras.
¿Acaso no toleráis a los infieles?
¿Acaso no fomentáis que los judíos
llenen la ciudad?
¿Quién nos acusa de tal cosa?
Ha corrido la voz de que los infieles
no sufrirán persecución.
Judíos de todo el reino
ya vienen de camino.
¿Estáis seguro de lo que decís?
A los musulmanes
podréis echarlos al mar si os place,
mas los judíos están diseminados
por villas y ciudades.
Son el peligro para nuestra fe,
el origen de todas las herejías.
Miente quien diga que convertiremos
Granada en refugio de herejes.
Sin embargo impedís
que implante la Inquisición.
Fray Tomás, es nuestro deseo
que Castilla y Aragón
vivan en la única fe verdadera,
vos lo sabéis.
¡Por Cristo bendito!
Hemos vertido sangre,
hemos sacrificado hombres y fortunas
contra el infiel.
No basta.
Debéis extirpar el mal
de vuestros reinos.
Contaréis con todo mi apoyo
y el de Roma si lo hacéis.
Pretendéis que Castilla y Aragón
cambien de un día para otro.
Mala consejera es la impaciencia
para un gobernante,
preguntad al Papa.
Vos podéis lograrlo.
Vencido el islam, que sepan
los judíos que ahora es su turno.
Escarmentadlos, es el momento.
¿Vais a dejar pasar la oportunidad
de que Roma os considere
los mejores valedores
de la cristiandad?
Según vos, ¿qué habríamos de hacer
para conseguirlo?
¿Expulsar a los judíos?
¿Por qué motivo?
Viven desde hace siglos
en nuestros reinos.
Cierto, pero su condición es
distinta a la de otros súbditos.
Jurídicamente no forman parte
del reino, solo son moradores,
un pueblo al que se le permite vivir
en vuestros territorios.
Hay judíos entre nuestros
recaudadores de impuestos.
Sus préstamos han financiado
nuestras empresas.
Su lealtad a la corona
está fuera de toda duda.
No son pocos los negocios
que pasan por sus manos.
¿Rechazaremos
a quienes nos favorecen?
De Francia, Inglaterra y Austria
han sido expulsados y son prósperos.
Al amparo de una sola fe
tendríamos la unidad que deseamos.
Sabéis que en eso nunca
hemos estado en desacuerdo.
Es cierto que el odio
hacia los judíos está muy vivo.
De nada ha servido señalarlos
o confinarlos en las alhamas.
Ninguna medida aprobada
en las Cortes ha calmado los ánimos.
Cada cierto tiempo hay
una revuelta contra ellos.
Pondríamos fin a los disturbios.
No os falta razón.
Pensando en la paz de Castilla,
la expulsión sería beneficiosa.
Necesitamos el favor de Roma.
Hemos librado la mayor y más costosa
cruzada contra el infiel.
¿Por qué iba Roma
a negarnos su apoyo?
Quizá dude,
ahora que os habéis quedado
con parte del dinero de la bula.
La expulsión
apaciguará a Torquemada.
Dejad de mi cuenta impedir
que informe al Papa.
Solo pongo una condición.
Hablad.
Que sea yo quien dicte
los términos de la expulsión.
No permitiré que Torquemada
campe a sus anchas.
Mi corazón no puede albergar
mayor dicha.
Os aseguro que no habréis
de arrepentiros de vuestra decisión.
Decidnos, ¿de qué modo procederéis?
Alteza, lo primero es encontrar
las mejores naves posibles.
En Palos me han hablado
de tres carabelas.
-¿Tres naves
para una sola expedición?
-Que aprovisionaré con víveres.
Quiero a los mejores marinos.
Para ello habremos de fijar
las cuantías disponibles.
Presto os halláis a meter la mano
en las arcas de la corona.
¿No teníais previsto tratar
las condiciones económicas?
¿Vuestras condiciones?
Si nada arriesgáis,
nada debéis percibir.
Arriesgo mi vida.
-Poco confiáis en el éxito
de vuestro viaje.
Decid, ¿cuáles son
vuestras demandas?
Señora, me declaro vasallo vuestro,
así como lo han de ser
todas las tierras descubiertas
a cambio de percibir las rentas
asociadas a mi posición.
¿Qué posición es esa?
La de virrey sobre todas las islas
y tierra firme que ganase.
¿Pretendéis optar a la más alta
nobleza castellana por un viaje?
Rebajad las exigencias
si estimáis nuestro apoyo.
Compensad vos los bienes
que aportaré a vuestro reino.
-Disparáis con la pólvora del rey.
-Si no os conviene, hacédmelo saber.
Francia también está interesada.
¡Por el amor de Dios, genovés!
Vuestra ambición
y vuestra insolencia
acabarán con vuestro viaje
antes de partir.
Nada hay más que añadir.
Alteza.
Estaréis satisfecho.
Colón ya no os disputa el dinero
para guerrear contra Francia.
¿Qué satisfacción
podría causarme veros así?
Perdonad. Sabéis bien...
Cuánto significaba
para vos este proyecto.
¿Qué nos está ocurriendo, Fernando?
Somos incapaces de disfrutar
de lo que hemos logrado.
Los nobles están a nuestro servicio
y no al revés,
vivimos en paz con Portugal,
hemos conquistado Granada...
Sí,
quizá sea hora de solazarnos.
¿Dejaremos algún día de pensar en
el futuro para saborear el presente?
Hemos llegado hasta aquí porque
nunca dejamos de mirar al frente.
Está en nuestra sangre,
nacimos para ello.
En ocasiones
nos convierte en rivales.
Es algo que no deseo.
¿Acaso besaríais a un rival?
(Campanadas)
¿Oís?
Es la primera vez que doblan
las campanas en nuestra Granada.
Que no dejen de repicar.
Nos recordarán que nada hay
que no podamos lograr juntos.
Habéis sido vos quien ha solicitado
este encuentro con los reyes.
(SUSPIRA)
Os hago saber que Fernando y yo
hemos acordado
expulsar a los judíos.
Pero...
-Habéis decidido sabiamente.
Silencio, no he terminado.
Serán expulsados todos los que no
accedan a abrazar el cristianismo.
Sabéis que el judío es obstinado.
No se convertirá.
-Alteza, no se puede obligar a nadie
a ser cristiano.
Serán falsas sus conversiones.
Serán almas ganadas a nuestra fe.
Solo la corona decidirá
las condiciones de la expulsión.
Esta es nuestra voluntad
y como tal será acatada.
Señora, por favor...
Es una decisión inapelable.
Prometisteis tolerancia
a cambio del dinero de la bula.
Es tolerancia el admitir
al que desee ser cristiano.
El miedo les hará convertirse
y no el amor a Dios.
Eso será más de lo que vos
habéis conseguido en estos años.
Si en tan poco aprecio
tenéis mi labor,
ruego me dispenséis
de seguir junto a vos.
Fray Tomás será buen consejero
para satisfacer vuestros propósitos
y mejor confesor para aliviar
vuestros remordimientos.
Si es vuestra voluntad
abandonar la corte, que así sea.
Habiendo habido sobre ello
mucha deliberación,
acordamos de mandar salir
a todos los judíos...
de nuestros reinos,
sin que tornen jamás
ni vuelvan a ellos,
so pena que, si lo hicieran,
incurrirían en pena de muerte,
sin otro proceso,
sentencia ni declaración,
hasta el fin de dicho mes de julio.
Yo, el rey; Yo, la reina.
No os equivoquéis,
nuestra alianza jamás implicó
que no aspirara a que abrazarais
la fe verdadera.
Señora, no pretendo
que revoquéis el edicto,
tan solo poder negociar con vos.
¿Negociar una cuestión de fe?
Ha llegado a mis oídos la necesidad
de dinero por parte de la corona,
para financiar un formidable viaje
hacia las Indias.
-Querido Abraham, resultaría
demasiado oneroso incluso para vos.
-Estoy dispuesto a ofreceros
la cantidad requerida,
a cambio que dicho edicto
pueda estar sujeto a interpretación.
Siento comunicaros que la expedición
ha naufragado antes de partir.
Si el impedimento es económico,
decidme cuál es el monto total
del que estamos hablando,
y os aseguro que rebasaré
dicha cantidad con creces.
-En el Consejo de hombres eminentes
y caballeros de nuestro reinado,
después de mucha deliberación,
se acordó dictar
el siguiente edicto:
Todos los judíos y judías deben
abandonar nuestros reinados,
y que no les sea
permitido nunca regresar.
Ordenamos además a los judíos
y judías de cualquier edad
que partan con sus hijos e hijas,
sirvientes y familiares
de todas las edades,
sin poder llevar consigo
oro ni plata,
caballos o armas,
además de haberse desprendido
del resto de sus bienes.
Si algún judío
que no acepte este edicto
es encontrado
en estos dominios o regresa...
será culpado a muerte.
Así lo han ordenado
los reyes Fernando e Isabel,
tal y como se acordó
el 31 de marzo 1492.
-Pero señora, ¿no es
bastante prueba de misericordia
permitirles que eludan la expulsión
convirtiéndose?
Ningún judío es más que otro.
Unos favorecen
más que otros a la corona.
Sería injusto meterlos a todos
en el mismo cesto.
¿Y qué proponéis?
Que mediante el pago
de cierta cantidad
algunos de ellos
puedan permanecer en nuestro reino,
o cuanto menos abandonarlo
en mejores condiciones.
Ni un solo judío
debe quedar en Castilla,
así lo habéis firmado.
Todo se puede matizar.
Todo menos la herejía,
a la que se debe perseguir hasta
borrarla de la faz de la tierra.
Así lo entiendo yo,
y así lo entiende Roma.
-El rey de Francia está dispuesto
a pactar con la corona de Aragón.
¿Devolverá el Rosellón y la Cerdaña
sin exigir nada a cambio?
Solamente una condición:
debéis absteneros
de intervenir en Italia.
No tiene más derechos
Francia sobre Nápoles
que el heredero bastardo
de Ferrante.
Por supuesto que no, pero
tras la contienda de Granada...
Deberíais ceder.
Ya habéis logrado lo más importante.
Pactaré. Tiempo habrá de desdecirse.
Yo mismo redactaré las condiciones.
¡Ah!
Eh...
Son varias misivas
del marino Cristóbal Colón.
Tuve la oportunidad
de interceptarlas a su mensajero.
No me supuso mucho esfuerzo.
Sus negociaciones con Francia
están a punto de cerrarse.
Desde luego eso es lo que parece.
Doy las gracias a Dios por haber
evitado la guerra con Francia.
Y os felicito,
por fin recuperaréis los condados
que tanto ansiabais.
Solo siento
que no lo haya podido ver mi padre.
Nada hay de más cierto que todo
se obtiene con determinación.
Vos lo habéis demostrado en Granada.
Ahora podéis hacerlo con las Indias.
Emplead el dinero de la bula
en la expedición de Colón.
Pero acordaos
de las pretensiones del marino,
ya no es un problema de dinero.
Pensad que si triunfa,
ese viaje habrá de traernos
más beneficios que otra cosa.
No sabéis la dicha que me procuráis.
Esto ayuda a compensar
mi decepción con los judíos.
¿Decepción? Abandonan
el reino por decenas.
Sin que apenas
se produzcan conversiones.
Eso confirma
las palabras de Torquemada:
los judíos jamás renegarán de su fe.
¿No nos beneficiaría más el ejemplo
de alguna conversión notable?
¿En qué estáis pensando?
Que venga Cabrera.
Mi señora os tiene en gran aprecio.
Hasta el momento vuestra fidelidad
a la corona es incuestionable.
Como recaudador del reino
nada se os puede reprochar,
y presto acudisteis
siempre que se os requirió.
-Mil veces más
lo haría por sus reyes.
-La reina lo sabe.
Por ello os ofrece la oportunidad
de cumplir el mayor acto de lealtad.
-Pedid y Abraham
nuevamente os satisfará.
-Convertíos, entonces,
dando ejemplo a hombres ilustres
y leales como vos.
Pensad que quien se decida
a seguir vuestros pasos
no se verá abocado
a marchar entre penurias.
Sabemos que no es decisión fácil.
Tened presente que vuestra conversión
os asegura un puesto
en el Consejo Real.
El destino de los judíos en Castilla
está escrito.
Aceptad mi consejo.
Plegaos a los designios
de la reina,
pues nada podréis contra ellos.
-¿Cómo sabíais de mi viaje a Francia?
-Las noticias vuelan.
-¿De qué debo responder?
¿Estoy arrestado? No soy un prófugo.
-Por favor, mejorad vuestros modales.
Os encontráis ante el hombre
que hará posible vuestra idea.
-¿En nombre de Aragón
o en beneficio de vuestra persona?
-Cumplo órdenes del rey.
Desea que ponga mis dineros
en vuestra empresa.
-Ajá. En alta estima os ha de tener.
Vuestra inversión
os convertirá en un hombre rico.
No lo dudéis.
(LOS DOS RÍEN)
-Siento no poder ser dos veces rico.
-A mi vuelta
os demostraré lo contrario.
Dejad de burlaros de mí y explicadme
qué estoy haciendo aquí.
Debo emprender un largo viaje.
-Y así va a ser.
Hoy mismo encaminareis vuestros pasos
hacia Granada.
-Ah...
-Me ofendéis. Esta cifra no refleja
ni la décima parte
del valor de mis posesiones.
-En julio ya no valdrán nada.
-Negociáis con nuestra desesperación.
-¿Acaso sabéis
con quién estáis hablando?
-Con un judío.
Y vos, ¿pensáis aceptar
la suma que os ofrezco?
-Negaos.
-Os haré entrega de mis posesiones
la semana próxima.
-Obráis con inteligencia.
-Os están robando.
-Al menos sacaré algo
por las tierras.
No tengo alternativa.
-Podría compraros vuestras posesiones
sin que perdierais un solo maravedí.
Obtendré prebendas de la corona
y recibiré un trato excepcional.
-¿Cómo?
¿Convirtiéndoos?
Fuisteis ordenado rabino.
¡No podéis renunciar a vuestra fe!
Si traicionáis a Iahvé,
ni yo ni nadie de mi familia
querrá saber nada de vos.
(HABLA EN LATÍN)
-Perros... ¡Largaos de aquí!
-Escucha, oh, Israel.
Adonay, nuestro Dios.
Adonay es único.
(JUDÍOS REZAN)
Gracias a Dios
todo es salud en la corte,
algo que sin duda os debemos a vos.
Ha sido un honor serviros,
por eso he querido despedirme,
a pesar de las circunstancias.
Sinceramente contaba
con vuestra conversión.
La conversión
solo garantiza la vergüenza.
Me consta que quienes renuncian
a su fe son igualmente perseguidos.
Solo aquellos que judaízan.
Recapacitad.
Os prometo reconocimiento, títulos,
beneficios. ¿Qué deseáis?
Lo siento.
Trajisteis a mis hijos a este mundo,
de ahí mi trato de favor hacia vos.
Y porque os necesito.
¿Quién sanará ahora a mi familia?
Me obligáis a elegir
entre mi reina y mi fe.
¿Qué haríais vos?
Desearía que guardarais esto,
como recuerdo
de vuestros alumbramientos.
No se nos permite
llevar plata con nosotros.
Nadie os prohíbe
la lectura de esos textos.
¿Así empleáis vuestro tiempo ahora?
Desde que dejé de serviros
he consagrado mi vida
al estudio y a la contemplación.
Vivo en paz el tiempo que el Señor
tenga a bien otorgarme.
Siento ser yo quien venga
a perturbar esa paz
y a valerme de vuestra templanza
con una nueva encomienda.
Vos diréis.
¿Aceptaríais haceros cargo
del arzobispado de Granada?
¿No tenéis nada que decir?
¿A qué debo este honor?
Teníais razón,
la fe no ha de imponerse,
por verdadera que sea,
por convencidos que estemos de que
estamos ganando almas para Dios.
Temo que sea demasiado tarde
para rectificar.
Por no perder el favor de Roma
he cometido una grave injusticia
y un error dando poder
a quien no debía.
Imagino que con vuestra propuesta
deseáis oponer mi templanza...
a los métodos de Torquemada.
Nadie mejor que vos
para mantener la paz en Granada.
¿Y quién hará frente a Torquemada?
Vos cuando así fuere necesario.
¿Con vuestro apoyo?
Entonces, ¿aceptáis el nombramiento?
Acepto.
¡Ah!
Y alegraos doblemente,
la expedición del genovés pronto
llevará nuestra fe a otros confines.
Si algún día me preguntan
por mis negociaciones con los reyes
diré que pasé la mayor parte
del tiempo aguardando.
-Todo lo que merece la pena
requiere de paciencia y de fe.
Imaginaba que habría de ser yo
quien se postrara ante vos.
Mis condiciones
siguen siendo las mismas.
Las aceptamos.
¿Todas ellas?
Los joyeros reales andan prestos
trabajando
en vuestra corona de virrey.
¿Os estáis burlando de mí?
¿Qué garantías me dais?
-Firmaréis un compromiso
con la corona.
¿Será esa suficiente garantía?
-Si se me permite...
Me gustaría saber qué ha hecho que
vuestra opinión tome este rumbo.
Estáis seguro de vuestro éxito,
y eso os llevará a lograrlo.
Solo conozco a otras dos personas
entregadas a causas imposibles
con vuestro mismo tesón,
y os aseguro
que han sido recompensadas.
La corona otorga
el título de almirante,
así como los cargos
de virrey y gobernador,
con carácter hereditario,
de todas las tierras descubiertas.
Además recibirá la décima parte
de las riquezas que se obtuvieran,
tales como oro, plata,
piedras preciosas y especies;
así como una octava parte
de los beneficios del viaje.
¿Aceptáis?
Firmad entonces
y que Dios guíe vuestras naves.
En todos hubo incredulidad,
solo vos disteis muestra
de inteligencia, esfuerzo y coraje.
Cuando ninguna esperanza albergaba
vos sostuvisteis mi empresa,
hasta que se pudo llevar a cabo.
Jamás hubiese permitido que Francia
o Portugal la llevaran a cabo.
Alteza...
A vos y a mí, Dios nos ha llamado
a cumplir una misión,
que promete gloria
a cambio de sacrificio.
Por eso habéis entendido mi afán.
Os estaré eternamente agradecido.
Os deseo la mayor de las venturas
en vuestro viaje.
Si Dios me acompaña, la próxima vez
que me halle ante vos...
Vuestro reino se extenderá
más allá de los mares.
Lo habéis logrado.
Debéis sentiros orgullosa.
Envidio al genovés.
Desearía contemplar el océano,
sabiendo que tras él
aguarda la gloria
que engrandecerá nuestros reinos.
Si he de contemplar un océano,
elijo el de vuestros ojos;
los mismos que conquistaron
mi corazón.
¿Recordáis la primera vez
que nos vimos?
No existe un recuerdo más vivo
en mi cabeza.
Allí empezó todo.
Nada de esto
hubiera sido posible sin vos.
Años vendrán,
dentro de muchos siglos,
"en los que el océano
soltará sus ligaduras,
y un gran continente
saldrá de entre las olas.
Entonces, Tetis regirá
nuevos mundos,
y Tule ya no será la última tierra".
(Gritos de mujer)
(GRITA)
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LUOGHI E ATLANTE STORICO.
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